Cualquier máscara de pestañas que tengas con más de seis meses (incluso tres) se considera caducada, aunque siga "pintando". Si prolongas la vida de tu rímel más allá de lo recomendado corres el riesgo de sufrir infecciones oculares. Además, por descontado, irá dejando cada vez más grumos y habrá perdido efectividad.

A todas se nos ha ocurrido alguna vez que unas gotas de agua pueden resucitar nuestro rímel. Puede ser una solución momentánea, pero también una buena forma de introducir bacterias que tarde o temprano se pondrán en contacto con nuestros ojos. Prueba a colocar un poco de vaselina en el orificio por donde introduces el cepillo de la máscara para prolongar su vida útil.

Cada vez que te empeñas en arrancar con tus uñas los grumos que ha dejado el rímel, debilitas tus pestañas e incluso te arrancas unas cuantas. Si es algo que te pase a menudo considera la opción de elegir otra máscara más ligera. De todas formas, ahora se llevan los grumos en las pestañas.

Si vas dejando restos de rímel en la abertura del tubo se irán secando y acumulando bacterias que con el paso del cepillo acabarán entrando en el interior del envase. Es además una buena forma de conseguir que tu máscara se seque antes de lo normal. Cuando te ocurra, mejor deposítalos en un trozo de papel.

En lugar de restregar el disco desmaquillante sobre el párpado para eliminar el rímel prueba a hacer lo siguiente: una vez humedecido con el producto que uses, presiona el algodón suavemente sobre la línea de las pestañas y manténlo durante unos 10 segundos. Así se ablandará la máscara y podrás retirarla más fácilmente sin sacrificar ningún pelito.