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El estilo «Lady» del siglo XXI y los años 60

La pasarela italiana presentó las colecciónes de Versace, Etro o Jil Sander, entre otras

El estilo «Lady» del siglo XXI y los años 60 reuters

maria luisa funes

Si bien en moda es importante sorprender, aún lo es más ser reconocible. Es por ello, que algunas marcas que han desfilado en la Semana de la Moda de Milán en los últimos dos días, han respetado su estilo habitual, incluso en los más pequeños detalles.

Los años 60

Versace, que nunca deja indiferente, siguió presentando a una mujer rompedora y atrevida, con sus clásicos estampados y con prendas monocromáticas de arquitectura original. Pero las despampanantes aberturas de las faldas y los escotes asimétricos, se alternaron con prendas de marcado estilo años 60, muy inspiradas en las creaciones de André Courrèges . Faldas y capas piramidales, colores básicos, botas hasta el muslo y gafas XXL acompañaron a largas melenas inspiradas en los años 60.

El desfile de Giamba también nos transportaba a los 60, con un aire de «Alicia en el País de las Maravillas» vestida para el festival de Woodstock . La segunda línea de Giambattista Valli prueba, una vez más, que el que hace un cesto, hace cientos. Los vestidos, de un romanticismo inconformista llevado al límite, eran verdaderas obras de demi-couture, con apliques, flores y bordados de original factura. Incluso las medias, en rejilla con dibujos, eran femeninas pero decadentes. Varias capas de muselina superpuestas, otorgaban un aire infantil a una colección guerrera.

El estilo Lady del siglo XXI

El estilo «Lady» del siglo XXI volvió a la pasarela con Bottega Veneta, Jil Sander y Tod’s. Bottega , con un elegante y contenido Thomas Maiera la cabeza, vuelve a realizar variaciones y combinaciones de sus básicos : abrigos de lana de corte clásico, gabardinas de cuero negro, jerseys de lana mohair y pantalones, muchos pantalones. Y es que la «lady» del nuevo siglo, hace un gran despliegue de pantalones combinados con abrigos, chaquetas e incluso vestidos. Las botas, las bailarinas de nuevo corte en tonos metalizados y los delicados vestidos con chaqueta, eran intemporales joyas para el fondo de armario.

Jil Sander, presentó la segunda colección a manos de su nuevo director artístico, Rodolfo Paglialunga. El italiano, ha respetado la simplicidad y la buena estructura de las prendas que creaba la fundadora alemana, aunque en la audaz combinación de colores, prendas y accesorios se nota su experiencia previa en Vionnet y Prada. Sin abandonar el estilo «glacial» que caracterizaba a Sander , ha introducido prendas con colores atípicos para la casa. Se ha atrevido a mezclar los tonos más naturales, con jerseys, camisas y gafas en colores ácidos, que sin duda alegraban los conjuntos. Ha unido con tino el azul marino y el verde oscuro, el amarillo fluor con el beige y los verdes con los grises. De nuevo, abundancia de pantalones y abrigos, para una mujer activa y práctica. Gran despliegue de botas de todos los colores y de chaquetas masculinas Alemania sigue siendo el principal mercado para Jil Sander, y esto se nota en la selección de ropa de abrigo y en los accesorios, más robustos que en otras casas de moda. Paglialunga ha retomado con sabiduría el minimalismo sideral y la discreción de Jil Sander, dándole un necesario toque de sal y pimienta.

Entremeses Variados

Otras casas de interés han desfilado en estos dos últimos días, con muy diferente resultado. Armani, con su línea de Emporio, no ha sido muy aclamado. Las mezclas de colores no resultaron conseguidas y su intento de hacer renacer el pantalón gris de pinzas a manos de chaquetas brocadas, brillantes y cortas, no fue un acierto. La mezcla resultaba original, pero poco favorecedora. No suele ser Armani un aficionado al «feísmo», pero un día malo lo tiene cualquiera.

Como no todo el campo es orégano, Antonio Marras sacó al estrado una colección aparentemente inspirada en alguna mantelería de los Montes Urales o de los mercadillos de Donetsk: se quedó descansando con unos enormes dibujos de flores, colores duros y siluetas sin forma. Las botas y zapatones de obrera rusa de los años 40 confirmaban la inspiración . Además, no faltaron esos zapatos de pelo largo de estilo «el Yeti también existe» que los bureaux de style han vendido como gran tendencia de la temporada a tantas otras casas de moda en esta semana milanesa. Y Ermanno Scervino, olvidó que sus clientas rusas, con la bajada del rublo, no van a comprarle la colección; las demás, no se atreverán con voluminosas prendas que engordaban visualmente incluso a las esqueléticas modelos de su desfile.

Menos mal que Etro, muy lucido, volvió a las andadas con sus ricos tejidos, a veces más propios del mundo de la decoración que del de la moda. Lanas gruesas, brocados y chintzs, para una colección de tonos eminentemente otoñales , como el caoba, el verde hoja, el mostaza o el gris. Los dibujos de paisley, como siempre, omnipresentes. Las siluetas, de corte setentero, eran fluidas y lánguidas. Pero el leitmotiv más admirado, fueron los elaborados «patchworks» de ante y cuero en distintas tonalidades de marrón, verdaderas obras de arte con ese inconfundible y discreto maximalismo de Etro .

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