Su museo de piezas únicas en las paredes, la conversación, su enclave y, por supuesto, la comida impregnan a Las Piletas de un auténtico ambiente taurino. Lo acentúa las cuadrillas cuando van cada semana a sentarse a sus mesas. Una costumbre que hace que en cocina ya se conozcan los rituales y manías de diestros como El Cid, Padilla, El Juli, El Luque y muchos otros.
Este negocio familiar mantiene tras los años la misma solera en un local amplio y con una barra larguísima donde tapear con comodidad o tomar simplemente una Cruzcampo. Más de 50 tapas pueden enumerar los camareros, todas de la tradición andaluza y con buena materia prima, donde destaca como no podía ser de otra manera la cola de toro. Chacinas ibéricas de Huelva y Extremadura y pescados de Punta Umbría.