Bajo los naranjos, en una plaza mítica y tranquila del centro urbano, la Plaza de San Andrés, se extienden los veladores del Bar Santa Marta. No se puede pasar por aquí sin probar la generosa tortilla de patatas, servida en grandes cuñas. No paran de pedirse desde el desayuno hasta las últimas tapas de la noche. Y aquí con dos o tres tapitas te quedas a gusto.
Pero no se queda en la tortillas, también tienen fama sus flamenquines, que por tamaño tampoco puede el visitante quejarse. O el pescaíto frito. O la ensaladilla. No falta de nada. Y por pedir, tampoco la barra se queda pequeña, que precisamente para eso, para pedir, hay veces que en otros bares se echa en falta.