Un bocado tropical en la costa andaluza

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Los emigrantes andaluces que volvieron de América en el siglo XVIII trajeron consigo una fruta que encontró en las costas de Málaga y Granada un acomodo ideal. Se trata de la chirimoya. Estos dos enclaves la acogen como un tesoro gastronómico. El cultivo de esta Denominación de Origen, se extiende por Motril, Vélez de Benaudalla, Los Guájares, Molvízar, Salobreña, Itrabo, Otívar, Lentejí, Jete y Almuñécar en la costa granadina y por Algarrobo, Frigiliana, Nerja, Torrox y Vélez-Málaga en la malagueña.

Los suaves vientos, las condiciones de humedad y temperatura del clima subtropical que impera en las costas granadinas y malagueñas favorecen el cultivo la chirimoya. Se califican los frutos de la variedad Fino de Jete, de las categorías Extra y Primera, estando más del 90% de la superficie de chirimoya cultivada en la Costa Tropical de Granada-Málaga ocupada por esta variedad.

Los frutos amparados por la denominación son de forma acorazonada, con color verde claro en el momento óptimo de la recolección y sabor dulce elevado pero equilibrado con el sabor subácido.

Es una fruta con muchos beneficios favorece la digestión, su contenido en fibra es alto y ayudar a combatir el ácido úrico y la anemia. Es rica en vitaminas C y B y en minerales, como el calcio, hierro y fósforo. El Consejo Regulador de la DOP Chirimoya de La Costa Tropical de Granada-Málaga, con sede en Almuñécar, exige que las frutas se presenten, en todo momento, limpias, enteras y sin olores ni sabores extraños.

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