Café Bar StratosCafé Bar Stratos: «Las apariencias mienten»

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A quien esto escribe le duele la boca de decirlo, tanto como a usted escucharlo. Donde haya un tabernero con buen malaje sevillano, se come bien. Y de ahí no me bajo, no señor; ni mijita. Este axioma se cumple siempre a los ojos del cliente observador y con paladar, y si no, he aquí un ejemplo.

Paco López es cuñado del mítico Manolo Domenech, inolvidable futbolista que devino a su retiro en el glorioso regente de uno de los mejores bares que en Sevilla tuvimos. Los que probaron su memorable pringá o su apoteósico montadito de mechá, con aquella salsa por encima, saben de qué les hablo. Paco se metió bajo el pesado paso de la hostelería al fallecer Manolo y desde entonces no ha hecho otra cosa que, como mínimo, mantener el nivel de gran calidad que su cuñado le dejó.

Café Bar Stratos y Paco López, indisolubles

Por cierto, que Stratos se llamó el primer paracaídas cuadrado que hubo en España. Yo no lo sabía hasta que me lo dijo nuestro cantinero en cuestión, y aún no sé si es verdad o se estaba quedando conmigo.

Cada uno es cada uno y tiene sus «caunás» y Paco, detrás de esa fachada de tipo tosco y arisco, esconde y atesora una de las mejores personas que habitan tras un mostrador en esta ciudad.

Trotamundos infatigable, hombre de campo, aventurero, amigo del caballo y hasta paracaidista, Paco no se casa con nadie ?que ya lo hizo bastante? y mantiene estrictamente el dominio sobre su hacienda, algo que sus clientes debemos observar a fuerza de conocer sus malas pulgas.

Pero no solo tras la corteza de su innegable tirantez se esconde un gran tipo, sino que estamos ante un cocinero legendario. De sus manos y su talento salen guisos a su aire que despacha cuando a él le parece, porque en su barra no hay carta ni falta que hace.

Así es su carta

Unas espinacas con garbanzos de auténtico catón de cocina sevillana o los garbanzos con langostinos dan fe ello. Arroz negro con corazones de alcachofas y gambas, papas con carne, arroz con conejo, potaje de berza, codornices…

Si tienen suerte ?y para eso hay que ir muchas veces? puede usted degustar unos chícharos con cola de toro que tardará en olvidar y no por efecto del gas natural sino por el sabor evocador de una cocina casi extinguida.

A esta casa rural de comidas acuden los de la Caja Rural y todo el vecindario trabajador a reconciliarse con la vida, que eso y no otra cosa es el buen tapeo. La caña mediada de Cruzcampo, tirada con finura o una manzanilla en rama Barón, traída semanalmente de Sanlúcar para que no se envine, o algún tinto que a él le guste, como el siempre cumplidor Finca Resalso, son perfectos para cualquiera de los potajes que enjareta Paco.

Vayan y disfruten de esta casa, pero acudan con precaución que este tabernero tiene sus días y también sus noches… ¿Usted se ha enterado? Pues eso.

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