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Cervecería José Alberto«No lo matéis: ¡¡¡Ponedle un bar!!!»

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Con la sentencia sumaria que titula esta crónica resumía el patriarca de la familia Becerra la esclavitud y sacrificio que conlleva el oficio de tabernero. Ciertamente esta profesión puede asemejarse a una condena de servicio en vida; trabajar mientras otros disfrutan y apenas gozar del éxito mientras se tiene edad para el goce.

Nuestros cantineros de hoy son 3 hermanos que llevan todas sus cortas vidas detrás de la barra y el mandil. Jose Manuel, Vane y Diego Holgado están desde los 10 años dándole a sus clientes buenos bocados sin otro manual de instrucciones que pegarle bocados a la vida.

Su amplia y luminosa cervecería-cafetería está situada en aquellos confines de Sevilla que algunos guasas llaman Carmona-sur para ahondar en la distancia de Sevilla-Este.

Tienen una excelente y cómoda terraza bajo soportales donde, además de darle al fumeque, se puede degustar una caña de Cruzcampo glacial de esas que parece que vienen unidas a la siguiente por un cordelito. Por cierto que, de cortesía, tienen unos chicharrones fritos para ponerles un piso en alguno de aquellos bloques…

Se desviven. Los Holgado se desviven por su negocio: negociando con el pescadero el mejor material, manteniendo aquello como un jaspe o atendiendo al personal como si llevaran 3 días abiertos. Ahora con la crisis no paran de inventar para mantener aquello lleno en una zona alejada de Zoidolandia, ese centro histórico de Sevilla que le hace la competencia desleal a Isla Mágica con sus circenses espectáculos callejeros de luz y sonido…

Desde un plato de gambas del puñao a 5 pelotes a media doradita a la espalda por ese mismo precio. Porque la hermosa vitrina de José Alberto es de buen pescado y marisco de esa ínsula mágica de verdad que es Isla Cristina; o de la misma Sanlúcar, todo a precios de bajura. Pargos de Rota, rodaballo, lubina de estero, coquinas (sin tierra y libertad) almejas, cigalas, bogavantes, langostinos…lo que haga falta. Todo nuevo y sin frescura en la factura.

Su carta de tapas tiene también sello marinero: atún al horno o en albóndigas, chocos o boquerones victorianos fritos, vieiras, taleguillas de marisco… Pero también solomillo en salsa, carrillada o buen jamón de Lazo.

Tiene una barbacoa de brasa de encina donde ofrecen ternera de Avila o cordero y también buena mano con los arroces, sobre todo el negro sin desmerecer al de bogavante, de setas o con carne.

Lástima de esas impertinentes máquinas tragaperros en todo el cogote del que tapea en la barra, sino lo bordaban porque también se preocupan de los mollates con Muga, Remelluri o/y Protos…o Hizan para los bolsillos rotos, valga el ripiazo. Hasta Moechandó (Moët Chandon) a 40 euros…

¡Benditos sean todos estos esclavos de la hostelería sevillana que nos hacen a los buenos aficionados más pasadero este valle de lágrimas!

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