Belenes
El culto a una tradición

El antecedente más remoto de lo que luego será el belén se debe según la tradición a San Francisco de Asís, quien previa licencia del Papa Honorio III oficia la misa de Nochebuena del año 1223 en una cueva del pueblo italiano de Greccio en torno a una imagen del Niño Jesús, un buey y una mula. La singular ceremonia incluía canciones y poesías populares dedicadas al trío. A partir de entonces, los franciscanos serán pioneros a la hora de conmemorar de forma plástica el Nacimiento con el empleo de estatuas independientes que se agrupaban a modo de escenas. De la costumbre se hacen eco las monjas clarisas, que extenderán  la afición por adorar al Niño, engalanado para el evento en su cuna con bordados vestidos.

Pero el primer belén tal y como hoy lo entendemos  toma cuerpo en 1330 en la iglesia napolitana de Santa Clara. El ejemplo cunde en aquellas tierras y numerosas iglesias italianas instalan bellos belenes fijos que, además de engalanar, cumplen en la época una amena función didáctica. En 1562 la iglesia de los Jesuitas de Praga acoge en primicia un nacimiento montado en exclusiva para festejar la Navidad, mientras que el primer belén familiar, integrado por 107 figuras y propiedad de la duquesa de Amalfi, data de 1567.  El Concilio de Trento (1545-1563) fomentará la celebración de la Navidad en Europa y uno de sus platos fuertes es la instalación de belenes en los templos. Su época dorada es el siglo XVIII y su epicentro la rica y populosa Nápoles, donde cunden artificiosos belenes repletos de figuras y ampulosos escenarios. En aquellos talleres napolitanos se manufacturan figuras articuladas, cuyo secreto consistía en enrollar estopa y tiras de lienzo sobre un armazón de alambre. La cabeza, los pies y  las manos eran de terracota. Para rematar la faena, se vestían con lujosos trajes de seda, terciopelo o raso acordes con la moda de entonces.

De belenes patrios
Diversas fuentes apuntan que el primer pesebre nacional del que se tiene noticia se instaló en Barcelona en el año 1300, aunque su difusión se atribuye a los monjes franciscanos a lo largo y ancho del siglo XV. En el XVI la tradición acaba de arraigar, sobre todo porque la Contrarreforma obliga a realizar y montar nacimientos en las iglesias patrias. El imaginero Martínez Montañés en esa misma centuria y la escultura Luisa Rodán “La Roldana” a finales del siguiente, sientan las bases de una escuela belenista española que alcanzará su máximo esplendor en el siglo XVIII en la persona de Francisco Salzillo. En esta época Carlos III dará un impulso decisivo a la cultura del belén en nuestro país. Sentía auténtica devoción por los presepi o pesebres napolitanos y contribuyó como nadie a fomentar su exhibición más allá del ámbito eclesiástico en el que hasta la fecha estaba confinado. Para deleite del pueblo madrileño, se afanaba cada año en la puesta en escena del conocido como Belén del Príncipe. Sus encargos avivaron la llama entre nuestros imagineros, sobre todo levantinos. La aficón cunde y se propaga entre los aristócratas de la época, a cuyo calor prosperan belenes y belenistas. Es el caso de Gori, Celebrando, Vaccaro…. El belén se populariza a principios del siglo XIX con la aparición de figuras de barro cocido o cartón piedra que podían estar al alcance de cualquier hogar.

El belén hace carrera dentro del arte español a partir del murciano Francisco Salzillo, el mejor figurinistas de todos los tiempos. Su padre era napolitano y heredó de éste el gusto por los belenes. De su devoción y maestría deja constancia en un espectacular belén de 900 piezas que se conserva casi completo en el Museo Salzillo de Murcia. De esta fuente bebe la arraigada tradición belenista murciana que llega hasta nuestros días a través de José Nicolás Almansa o los hermanos Griñán. Al desarrollo del belenismo también ha contribuido la escuela gerundense de Olot, junto con la granadina, donde brillan José Miranda y Jesús Jiménez, y la jerezana, representada por Pedro Ramírez Pazos. Entre los imagineros actuales que ponen su creatividad al servicio del belén destaca el madrileño José Luis Mayo Lebrija, que tanto se prodiga en la capital y cuyo mayor logro ha sido humanizar las tradicionalmente hieráticas figuras para hacerlas más cercanas, o el barcelonés Martín Castells y Martí, cuya cundida obra se vio conmemorada en un sello de correos durante la Navidad de 1976.

Novedades Navidad 2007
La Exposición de Belenes es ya un clásico dentro de la programación navideña de la capital. En esta ocasión el Área de Las Artes de la Ciudad de Madrid nos propone un recorrido por 25 espacios para degustar nuestro rico y variado patrimonio belenista. La novedad viene marcada por la instalación del belén del Ayuntamiento de Madrid en su flamante sede del palacio de Cibeles. De carácter costumbrista, lo integran más de 200 figuras realizadas por el imaginero José Luis Mayo Lebrija entre 2003 y 2006, y desde hace tres años se venía exhibiendo en la plaza de la Villa. Su versión castiza de la vida y obra de los habitantes del lugar que vio nacer a Jesús, incluye 12 ángeles, 73 animales, 15 construcciones, 58 figuras de diversos motivos, 9 pajes, 40 pastores, 35 árboles y 3 camellos. Todos ellos, modelados en arcilla y policromados al óleo, se prestan a ilustrar ocho escenas bíblicas relacionadas con el Nacimiento: Natividad, Grupo fuente, Cabalgata, Pueblo de Belén, Anunciación a los pastores, Huida a Egipto y Pidiendo posada, Castillo de Herodes, Grupo arriero y Anunciación a María,. Como viene siendo habitual, el escenógrafo Paco Azorín se ocupará del diseño del espacio en su nueva ubicación.El distrito de Moratalaz se estrena este año en materia de belenes gracias a la colaboración de su Junta Municipal y la Asociación de Belenistas de Madrid. La participación de esta institución, creada en 1945 para fomentar y divulgar el belén desde un punto de vista religioso, cultural y artístico, asegura su éxito. Sus miembros pertenecen a la Federación Española Belenista, que a su vez forma parte de la Federación Universal Pesebrista (UN-FOE-PRAE). Por tradición, se ocupan del montaje y desmontaje de otros belenes que animan las calles de la urbe, como el de la plaza Mayor o la puerta de Alcalá. El belén que se prepara para la ocasión podrá visitarse en una carpa instalada en la Avda. de Moratalaz, muy cerca de la plaza del Encuentro.

La Estación de Metro Nuevos Ministerios también se suma en 2007 a la ruta belenista capitalino. Bajo la consigna Belenes del III Milenio, este espacio otorgará el máximo protagonismo a las nuevas tecnologías. Además, ofrecerá sugerentes talleres para los más pequeños.

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