Si hay un equipo que se puede asemejar a España en este Mundial ese es Brasil. El rival de la selección española esta noche (22.00 horas, Cuatro) esconde en su juego interior la mejor solución a los problemas, como la selección. Un conjunto capaz de ganar a cualquiera que, por primera vez en años, cuenta con todas sus estrellas enfiladas hacia un mismo fin: ganar una medalla.
A Ruben Magnano se le escapó una sonrisa el día que recibió el visto bueno de Splitter. Por primera vez desde que es seleccionador brasileño iba a contar con todas sus figuras en un gran torneo. Al técnico argentino, que tomó las riendas de Brasil en 2010, todo comenzaba a encajarle. Magnano tenía todas sus piezas sobre la mesa. El compromiso era total en el conjunto sudamericano. Así que no podía haber excusas. «No hemos tenido lesiones y estamos todos listos, sin dolencias extrañas y sin descansos por la temporada larga de la NBA», apunta Splitter, viejo conocido de la afición española y uno de los hombres importantes de Brasil.
Desde ese momento, el técnico se puso a trabajar para solucionar el otro gran problema del baloncesto brasileño en los últimos tiempos, en el que las estrellas iban casi siempre en dirección opuesta al equipo. Necesitaba encontrar la fórmula para dotarles de química y que toda esa calidad se pusiera al servicio de un mismo fin. Encontró la pieza maestra en Marcelinho, el hombre que mueve los hilos del equipo. El mejor socio de Splitter.
Ibaka mete miedo
El pívot lidera un juego interior magnífico, que en el Mundial 2014 sólo tiene parangón en el de España. Tres hombres lo sustentan, aunque es él el que lleva los galones dentro y fuera de la cancha. Junto a él, dos escuderos de lujo como Nené Hilario, jugador de los Wizards, y Anderson Varejao, que la próxima temporada luchará por el anillo junto a Lebron James y Kevin Love en los Cavaliers. El trío es el alma de Brasil. El corazón donde reside su esencia y de donde emerge la fortaleza del equipo. Diferentes y complementarios, como le ocurre a España con los Gasol, Ibaka y Felipe Reyes.
Splitter es el mejor de los tres. Inteligente hasta el extremo y buen pasador, el ex jugador del Tau tiene una gran movilidad que le hace imprevisible. No está jugando a su mejor nivel, pero puede explotar en cualquier momento. El de los Spurs, que conoce bien el juego interior de España, no duda en señala a Ibaka como la gran amenaza. «Es un jugador de mucha calidad, del que no se habla mucho, pero que es la clave de España. El pívot más difícil de parar», señala, a pesar de la exhibición de Pau frente a Irán.
Jugar duro
La batalla, como reconocía también Orenga, se librará en la zona y por ahí las fuerzas están igualadas. «Todos los hombres altos de España son muy buenos», resume Varejao, el especialista defensivo en la pintura brasileña. «Marc, Pau, Ibaka... Hasta Felipe Reyes, que siempre cumple con un buen trabajo en la zona. La clave va a estar en jugar duro, porque si jugamos flojo nos van a matar», detalla el pívot, el tercero en discordia de la rotación de Magnano, por detrás de Splitter y Nené Hilario.
Este último es el más físico de todos y el principal problema de Juan Antonio Orenga si Ibaka no llega al duelo en buenas condiciones. «Me encanta el juego interior de la selección española y estoy deseando enfrentarme a ellos. Va a ser una batalla preciosa en la zona», argumenta el pívot de los Wizards, que si recibe cerca del aro es imposible de frenar. Nené Hilario completa la nómina de pívots de un equipo temible, al que le falta nombre y le sobra potencial. La primera prueba seria de España, que ahora sí, comienza su Mundial.