LIPASAM, UNA CUESTIÓN DE PRINCIPIOS
Si algo ha debido de aprender Juan Ignacio Zoido es que cuando uno está cargado de razones ceder al chantaje es una hipoteca de futuro
ENTRE las ventajas que tienen las crisis está el hecho de que todo se transforma en cuestionable y susceptible de revisión, incluidos los privilegios de los trabajadores de las empresas públicas. La huelga de Lipasam, que todavía colea, va a marcar un antes y un después en la historia reciente del Ayuntamiento de Sevilla. Tradicionalmente los regidores hispalenses han cedido al chantaje de los sindicatos que controlan las empresas municipales, en las que los puestos de trabajo se heredan y los convenios contemplan privilegios y bagatelas que no pueden sostener las empresas privadas. Esta vez, con el viento de la opinión pública a favor, la decidida voluntad del alcalde Zoido de acabar con el control de la UGT en las contrataciones de los empleados ha sido más fuerte que el chantaje habitual y los sindicatos han claudicado. UGT perderá en un año la capacidad de enchufar a cuantos eventuales se le antoje en la bolsa de trabajo de Lipasam, a la que habrá que acceder de forma reglada y por méritos. La bolsa con los quinientos eventuales de la empresa municipal, en la que sólo había 41 empleados sin recomendación ni parentesco con los militantes del sindicato, pasará a la historia. La igualdad de oportunidades para acceder a un empleo en Lipasam será realidad en un año, aunque hayamos tenido que soportar durante diez días siete mil toneladas de basura en las calles de Sevilla.
Los responsables de la oposición municipal, especialmente el socialista Juan Espadas, han perdido una gran ocasión de desmarcarse de las desmesuradas reivindicaciones de los huelguistas y posicionarse en defensa del interés general de los sevillanos. Han preferido defender los intereses partidistas y han cometido un error al colocarse detrás de las pancartas.
Ahora, en vísperas del 28-F contra Franco que han programado los sindicatos y el Gobierno bipartito de Andalucía, se sucederán las protestas de los colectivos municipales, algunas con razones de peso y otras al socaire de la política de movilizar a la gente contra el PP. Si algo ha debido de aprender Juan Ignacio Zoido de la huelga de Lipasam es que cuando uno está cargado de razones ceder al chantaje es una hipoteca de futuro. Si el alcalde defiende el interés eneral de la ciudad por encima de cualquier otra conveniencia habrá empezado a recuperar el prestigio de Sevilla.
@aybarrapacheco
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