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De 9 a 5

Con su discreto retorno a su puesto de trabajo Mariano Rajoy reivindica la naturaleza coyuntural del ejercicio público

Manuel Contreras

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Si no sucede nada anormal, a las 9 horas de hoy miércoles se habrá producido un hecho insólito en la historia de la democracia española que, sin embargo, ha pasado bastante desapercibido. A esa hora Mariano Rajoy se habrá incorporado a su puesto de funcionario tras una trayectoria política que ha incluido la Presidencia del Gobierno. Hasta ahora, ningún presidente había retornado a un puesto de trabajo tras la particular comisión de servicios que supone dirigir España: tras abandonar la Moncloa, Calvo Sotelo fue miembro del Consejo de Europa, eurodiputado y presidente de la Fundación Ortega y Gasset. Felipe González fue diputado, presidente de la Fundación Progreso Global, presidente del «Consejo de Sabios» -Grupo de Reflexión sobre el Futuro de Europa- del Consejo Europeo y miembro del Consejo de Administración de Gas Natural Fenosa. Aznar fue miembro del consejo de administración de News Corporation, de Rupert Murdoch; presidente de la división para América Latina de J.E. Robert -empresa dedicada a grandes operaciones inmobiliarias en Estados Unidos y en Europa-, miembro del Comité Asesor de Centaurus Capital -firma de capital riesgo especializada en hedge funds- y asesor de la consultora KPMG, entre otros cargos. Zapatero fue presidente de la Fundación Progreso Global y ejerce labores de mediación con el gobierno venezolano promovidas por Nicolás Maduro. González, Aznar y Zapatero han obtenido además pingües beneficios como conferenciantes en diversos foros internacionales. Ninguno de ellos volvió en cualquier caso al currelo propiamente dicho, entendiendo por este concepto acudir diariamente a un lugar de trabajo en el que se ficha al entrar a las 9 y al salir a las 5.

Con la gestión de Rajoy se podrá estar más o menos de acuerdo, pero es justo reconocer la lección que ofrece su retorno a la oficina renunciando a prebendas expresidenciales como el Consejo de Estado, por ejemplo. En España la política es una profesión en sí misma, un selecto mercado laboral en el que con intuición y un poco de suerte puedes pasar décadas sin bajarte del coche oficial. Con su discreto retorno al puesto de trabajo, Rajoy reivindica la naturaleza coyuntural del ejercicio público y recuerda un concepto básico: en democracia a la política se acude a servir, no a servirse de ella. Rajoy, cuyo sueldo como registrador de la propiedad es bastante superior al de presidente, habrá tenido grandes satisfacciones en su trayectoria pública, pero desde luego no ha ganado más dinero que en la cómoda plaza funcionarial que obtuvo en las correspondientes oposiciones.

Unas horas antes de que el expresidente Rajoy fichase por primera vez en su centro de trabajo, el expresidente Puigdemont reclamó al Parlament catalán el abono de las dietas por desplazamiento a pesar de que se encuentra huido de la Justicia y evidentemente no acude a su centro de trabajo. Dos formas de entender la vida.

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