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TRAMpantojos

España, el último refugio

Con el «Aquarius» nuestro país se ha desmarcado de la Europa insolidaria, pero ¿es todo tan fácil?

Eva Díaz Pérez

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Alguien a punto de hundirse en el mar. ¿Cómo no salvarlo? Una persona que se muere y pide ayuda. ¿Quién no tendería la mano o lanzaría un salvavidas? Nuestro Mediterráneo olvidó sus cuentos mitológicos de dioses crueles, epopeyas y naumaquias para recordar ahora el nombre de todos sus ahogados. Miran desde el fondo los ojos vacíos de los difuntos, los que perdieron toda esperanza. La nueva historia de ese Mediterráneo milenario .

La historia del «Aquarius» tiene un relato hermoso. ¿A quién no le estremece ese cambio de rumbo que hizo el barco hacia las costas de una España generosa? Me emociona que mi país se haya desmarcado de las políticas insolidarias de la Europa de las fronteras . Una España que recibe, que acoge, que refugia frente a otros países que crean muros y cierran puertas.

Esta España amable y solidaria ha coincidido con otra proyección inesperada a raíz de la visita que los Reyes han hecho a Estados Unidos. Allí se ha recordado la importancia que tuvo España en la construcción del país, una crónica histórica que no siempre se tiene en cuenta. Aquellas ciudades descubiertas por los conquistadores y en las que los misioneros enseñaban el castellano .

Me quedo con esa España que difundió su cultura por el mundo . Y también con la que deja un rincón en su casa para los expulsados. A fin de cuentas, éste fue un país de exiliados, desterrados y errabundos.

Emocionan las imágenes del «Aquarius» y las historias sucedidas en ese barco. Sin embargo, la inmigración no es un relato rosa, amable y de final feliz. Es el gran problema, la gran tragedia de nuestro tiempo.

No seré ingenua. El nuevo gobierno de Pedro Sánchez ha proyectado una imagen al mundo que revela sus buenas intenciones , pero también tiene mucho de márketing. La solidaridad vende bien.

Hablan de que este gesto de abrir la puerta de la casa tendrá un efecto llamada. Es probable. Pero estas corrientes humanas huyendo del hambre, la guerra y la pobreza son imparables. Todos haríamos lo mismo: huir del horror hacia una nueva tierra .

La oposición ha reaccionado ante el supuesta cuento buenista de esta España recibiendo inmigrantes con esa reserva del que no sabe quién se está colando en su casa . También es cierto. Por encima de todo habría que enseñar las claves éticas de nuestra Europa para vivir y trabajar aquí:el valor de la democracia, el respeto a la mujer y desterrar pensamientos religiosos radicales. Comprendida esa lección ¿por qué no salvarlos?

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