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Gestos

En eso el PP está siempre repitiendo curso, arrastrando la asignatura pendiente de hacer accesible su política

Javier Rubio

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Lo mejor de finiquitar los peajes de las autopistas patrias conforme vayan caducando las concesiones es que va a zanjar la demagogia con que los políticos nos venían obsequiando de tanto en tanto. Se acabó. Muerto el perro de la autopista, se acabó la rabia de las recetas populistas. Para eso ya está el Gobierno, de gesto en gesto hasta la victoria final. Con las autopistas se puede hacer hasta literatura -Cortázar lo hizo y de gran nivel-, pero lo que se hace habitualmente es demagogia. Y de la peor estofa. Hasta hace dos semanas, los socialistas venían reclamando el rescate de la vía de comunicación que une Sevilla y Cádiz sin esperar a que caducaran los plazos de la concesión administrativa. Tan perentorio resultaba el rescate de manos privadas (al precio que fuera) que no había que demorar ni un día más sin acabar con los peajes. El Gobierno central tuvo que sacarse de la manga un desdoble de la carretera paralela por Los Palacios que ahora, con el fin de las tasas por el uso de la «pista», vaya usted a saber qué va a ser de él: si se aplica la lógica y los criterios técnicos o se sigue alimentando la baza populista de darle a todo el mundo lo que pide, cueste lo que cueste. Pero ni eso calmó las demandas exageradas: había que acabar con el peaje sin perder ni un minuto.

Eso era hasta que gobernó Sánchez y cambiaron las prioridades. Nada de lo que ha anunciado el ministro Ábalos es rigurosamente nuevo. El PP ya había anunciado que no se renovarían las concesiones de las autopistas como había hecho Aznar a finales de los noventa a cambio de contener el precio de los pagos por circular por las carreteras. Pero ni la ministra Ana Pastor ni su sucesor Íñigo de la Serna fueron capaces de aclarar qué iba a suceder el 1 de enero de 2020 una vez concluyeran los plazos. Cada vez que se les interrogaba, había como una nube flotando en la que se diluían sus palabras, evanescentes, sin la rotundidad que todo el mundo estaba deseando escuchar. Y de esa indefinición se han aprovechado los socialistas, expertos en explotar los gestos desde el Poder.

En eso el PP está siempre repitiendo curso, arrastrando la asignatura pendiente de hacer más accesible su política a los ciudadanos. Los socialistas, sin embargo, el mismo día se quitan de encima los peajes y el copago farmacéutico de los jubilados, otro le sanean las cuentas a los dos principales sindicatos a cambio de paz social y otro más le alegran el día a los pensionistas. Faltan, además, los gestos propiamente para la galería como la exhumación de los restos de Franco y otros por el estilo a los que imprimen su inconfundible sello de demagogia. La misma, grosera y gratuita, que, al menos, hemos quitado de circular por la autopista entre Sevilla y Cádiz. Algo es algo.

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