Hazte premium Hazte premium

Alberto García Reyes - LA ALBERCA

Periodismo de faralaes en la Feria de Abril de Sevilla

Desde Madrid se empeñan en contar una Feria de parados, vividores, golfos y defraudadores

Portada de la Feria de Abril de Sevilla P. ORTEGA

ALBERTO GARCÍA REYES

En una cadena de televisión nacional que suele inventarse las verdades que sean necesarias para mejorar su audiencia han puesto estos días un reportaje sobre la Feria de Sevilla que da grima.

Según los conspicuos investigadores periodísticos que han obrado la pieza, en las cocinas de las casetas hay miles de cucarachas, los empleados están explotados y cobran en negro, los grupos de música actúan sin papeles y los guardas de seguridad están esclavizados .

Para ellos, la Feria por dentro es una inmensa golfada, una ciudad sin ley donde todo el mundo va a pegar puñaladas traperas y donde hacen su negocio cada año los personajes cervantinos del siglo XVII que sobreviven generación tras generación en la capital del hampa. Es decir, en su organización la Feria es una extraordinaria estafa infrahumana . Y en su día a día, es un cachondeo sin límites donde los sevillanos nos tiramos una semana bailando sin parar. Resumiendo: sólo trabajan ellos y, además, con ejemplar respeto a la ley. Nosotros no la doblamos y encima somos unos timadores.

Para llegar a tan lograda conclusión, estos genios del rigor periodístico usan a un tío de espaldas a la cámara, que supuestamente es un músico de un grupo de sevillanas, con la voz distorsionada. No hay más fuentes. Lo que diga ese anónimo, que nunca sabremos si es real o buscado para la ocasión, es para ellos el evangelio. Muy serio todo. Los sevillanos no pagamos a Hacienda , tomamos droga para aguantar de parranda toda la semana y vendemos comida que no cumple los requisitos sanitarios.

Porque, claro, llamar a la Agencia Tributaria y a la Inspección de Trabajo para obtener la versión oficial es un lío. Hay que echarle unas cuantas horas y no da tiempo. La Feria es ahora y hay que publicar lo que sea. Y si a esto le añadimos que en Sevilla «no se puede conducir durante estos días» —esto es literal— y que a la Feria «sólo se puede ir en taxi o en coche de caballos», obtenemos un resultado bastante goloso: esclavitud, miseria, cachondeo, lujuria y mafia.

Menuda ayudita le han hecho a estos cronistas los animales que han quemado los coches de Cabify ... La autocrítica es necesaria. Partamos de ahí. Hay un sector de sevillanos que colabora mucho con la imagen distorsionada que los reporteros finolis tienen de esta ciudad y negarlo sería ponerse una venda en los ojos.

Pero si estos señores se hubieran tomado la molestia de consultar allí donde las mínimas diligencias profesionales exigen antes de publicar nada, habrían descubierto que en todas las casetas y atracciones de la Feria se hacen inspecciones laborales desde hace años y que las infracciones detectadas son mínimas —probablemente menos de las que se pueden pescar en sus propias empresas—, o que Sanidad revisa todos los alimentos que se consumen, sin excepción, razón por la que en toda la historia de esta fiesta apenas ha habido denuncias por intoxicación. Pero no pasa nada. El músico anónimo ha dictado sentencia ante la audiencia, que es lo único que le importa al periodismo de finitos y faralaes.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación