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PÁSALO

El valle de los caídos independentista

En Gerona se acaban de inventar un valle de los caídos sin valle y sin caídos

Gerard Bellalta representa a los más de dos millones de catalanes constitucionalistas ABC
Felix Machuca

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Es posible que no lo conozcan ni de oídas. Pero es muy recomendable seguirlo en sus artículos. Por lo clarito que escribe. Por lo fuerte que se anuncia. Por los rábanos que le importa la corrección política. Y por lo mucho que ama a una Cataluña libre, democrática y española. El tipo se llama Gerard Bellalta. Tiene 57 años. Y sus raíces catalanas se remontan, al menos, al siglo XVII. Es presidente del círculo de empresarios de Tabarnia. Y asegura estar avergonzado de ser catalán y harto de vivir en Cataluña. En un artículo de producción propia, sin negros ni moriscos apesebrados que conviertan en dulcineas el vinagre político catalán, declara estar muy harto de convivir a diario con catalanes que odian profundamente a los que piensan de otra forma. Y tampoco se arringa a la hora de arremeter contra un gobierno de España que deja sin respuesta los permanentes actos de insurrección que se registran en todos los rincones de su terruño. Podríamos decir que es un hombre entre la espada afilada de los independentistas y la pared sobre la que se acula temeroso el gobierno español. Un hombre al límite de sus posibilidades vitales, sociales y políticas que, de alguna forma, representa el vivir diario de más de dos millones de catalanes constitucionalistas. Esos que esperan de Madrid lo que Madrid no se atreve a enviar por falta de coraje, decisión y determinación. Luego se preguntan, los muy lerdos, absolutamente asombrados las razones por las que Albert Rivera sube como la espuma cervecera en las avanzadillas de los barómetros.

En una céntrica plaza de Gerona, hasta hace pocos días de la Constitución, se ha levantado un monumento a la mentira. A esa mentira que, como hacía Goebbels, a base de repetirla machaconamente acaba convirtiéndose en verdad. La plaza se llama ahora 1 de Octubre y es un monumento a la inexistente y falsista represión policial, la que vertió tinajas de sangre en la propaganda de los insurrectos, contra los sonrientes y pacíficos catalanes que fueron a votar ese día de forma ilegal. Si pueden trastear por interné háganlo. Y verán cómo la inspiración del artista, claramente inducida por la ideología supremacista del catalanismo rampante, imita a la columna trajana que representó la conquista de la Dacia. Los romanos imperialistas y depredadores se vuelven en el monumento de Gerona, patria chica del caricato Puigdemont, en policías nacionales. Mientras los pobres dacios arrasados por las águilas imperiales son, obviamente, los angelicales y pacíficos independentistas. Es de auténtica risa. Y aún espero con entusiasmo y predispuesto a la hilaridad, el artículo del señor Bellalta cagándose encima de semejante mierda política.

Han creado un valle de los caídos sin que exista valle ni caídos. En una manifestación del metal de los años duros había más convulsión y efectos colaterales que en todas las manifestaciones protagonizadas por actores dramáticos independentistas que, como la de la mano rota, falseaban la realidad con tal de alimentar la nueva leyenda negra española por su diabólica represión en Cataluña. En la plaza de Gerona, en su estercolado monumento, no se hace alusión alguna a la violencia sicológica y física que en San Andrés de la Barca, en un instituto de enseñanza secundaria por más señas, se perpetró el día 2 de octubre sobre nueve colegiales hijos de guardias civiles. Sí lo ha hecho el fiscal denunciando tan graves sucesos. Tan rastreros, fascistas y racistas como obligar a los chicos a que levantaran la mano en clase para que se identificaran como hijos de guardias civiles. O intimidar a algunos de ellos enseñándoles una fotografía de sus padres, o compañeros de sus padres, con preguntas tan cobardes y obscenas como «¿estarás contento con lo que tu padre hizo ayer?». Esto ocurre diariamente, como asegura el empresario Gerard Bellalta, en una comunidad gobernada por unos émulos del Ku Klux Klan que queman cruces racistas en cualquier puerta de Cataluña que se declara libre, catalana y española. A Madrid le sobran ciento cincuenta y cinco motivos para ejercer como Estado contra una rebelión de peligrosos xenófobos. Si le llega a pasar eso a los hijos de Pilar Rahola tiemblan Las Ramblas...

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