LLeva cuatro meses en el hospital de Bormujos
El afán de superación se llama Abdoulaye
El joven quedó parapléjico mientras huía de policías marroquíes y el Gobierno le concedió un visado humanitario

La historia de Abdoulaye es la de muchos inmigrantes que intentan saltar la valla de Melilla, pero la de este maliense ha tenido otro final gracias a la Orden de San Juan de Dios.
El pasado mes de marzo llegó al hospital que la comunidad tiene en Bormujos, procedente del hospital Hassanii de Nador, donde había estado cinco meses después de que se precipitara por un terraplén mientras huía de las fuerzas auxiliares marroquíes en el monte Gurugú. La consecuencia fue una grave lesión medular que le ha dejado parapléjico.
Su historia llegó a oídos del padre Esteban, un jesuita responsable de la Delegación de Inmigración del Arzobispado de Tánger, que conocía las instalaciones del hospital de Bormujos debido a que pasó un tiempo allí como capellán, y movió cielo y tierra para obtener un visado humanitario con el fin de trasladarlo hasta aquí.
No sólo consiguió traerlo a España, sino que también contó desde el primer momento con el compromiso por parte de la Orden de San Juan de Dios de correr con todos los gastos que ocasionara su tratamiento.
Su habitación es acogedora, tiene una foto en el cabecero en la que aparece él mismo, acompañado por el padre Esteban y la hermana Francisca, sus «ángeles de la guarda», esos que han hecho posible que pueda contarlo.
Abdoulaye se acerca al fin de un ciclo, ya que a final de mes pondrá rumbo a Jaén, a la Residencia Siloé, de las Hijas de la Caridad, las mismas que en su día le hicieron llegar su caso al padre Esteban cuando estaba en el hospital de Nador.
Durante todo este tiempo, ha sido «tratado, preparado y proyectado». Allí seguirá con su proceso de adaptación, reforzando el vínculo que ya se ha originado y, a partir de ahora, sólo puede reforzarse. Se irá reincorporando poco a poco a la sociedad, para realizar todas aquellas tareas que su situación le permita, con la mirada puesta en una evolución que podría continuar.
El día a día de Abdoulaye es de constante superación. Llega en su silla de ruedas para la rehabilitación y allí coincide con otras personas que están en sus mismas circunstancias. Ellos también tienen planes de futuro, no se dejan vencer por la situación que atraviesan y eso, según el director gerente del Hospital San Juan de Dios del Aljarafe, Joseba Barroeta, favorece a la recuperación del maliense, «que no es el único y que los que le rodean siguen adelante».
Quedan lejos los días en los que llegó, en los que tuvo que ser intervenido en el Virgen del Rocío por fracturas craneales y tras los que comenzó «a ver la luz después de tanta oscuridad».
En este tiempo ha recibido el apoyo del personal del hospital y de los voluntarios de la Obra Social de San de Dios, entre los que destaca Susana Pías, una señora que le acompaña e incluso le hace de traductora simultánea, ya que él habla francés y algo de inglés. Susana ha empezado a enseñarle español.
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