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semana santa

Jueves Santo de contrastes y tradición en Dos Hermanas

La Cena y Vera Cruz completaron una jornada brillante en la que se entremezcla la juventud y la veteranía de ambas cofradías

Jueves Santo de contrastes y tradición en Dos Hermanas L.MONTES

L.MONTES

Las altas temperaturas que se registraron en las horas centrales del día marcaron la tarde del Jueves Santo en Dos Hermanas, que concluyó pasada la medianoche con la entrada del palio de la Vera Cruz completando así una jornada plena en la ciudad nazarena. La primera en poner su Cruz de Guía en la calle fue la Hermandad de la Sagrada Cena desde la parroquia del Amparo, a las 16.30 horas, cuando un sol de justicia caía sobre la ciudad.

Unas altas temperaturas que sin embargo no frenaron la ilusión de esta cofradía, con unos 150 nazarenos, que inició su estación de penitencia recorriendo primero las calles de su barrio para luego, ya con la caída del sol, avanzar hacia la carrera oficial.

Conforme pasaban las horas, el público fue a poco a poco uniéndose a esta tarde de Jueves Santo marcada por las mujeres vestidas de mantilla que ponían, sin lugar a dudas, el toque más tradicional a la jornada. La Banda de Cornetas y Tambores del Santísimo Cristo de la Buena Muerte de Palencia acompañaba al Cristo de la Cena que cumplía prácticamente con su horario fijado, cuando se acercaba ya sobre las diez de la noche por la calle San José.

La tarde del Jueves Santo en Dos Hermanas, sin embargo, es una jornada de contrastes entre la juventud de la Hermandad de la Cena y la veteranía de la más antigua, la Vera Cruz. Y es que, si bien la Cena protagonizaba las primeras horas de la tarde, a partir de la caída del sol compartía escenario con la cofradía de la capilla de San Sebastián por las calles de la ciudad nazarena.

A las ocho de la tarde iniciaba su estación de penitencia la Hermandad de la Vera Cruz desde su capilla de la calle Mena Martínez. Lo hacía aún de día, lo que permitió contemplar al Señor crucificado aún con la luz del sol. El tiempo se paraba y el silencio se apoderaba de las inmediaciones de la capilla ante la presencia de una talla, del siglo XVI, que es la verdadera joya de la Semana Santa nazarena por su antigüedad.

La marcha real que interpretó la Asociación Musical Utrerara a la salida del paso rompió el silencio impoluto que caracteriza el paso de esta cofradía y que se acentúa especialmente en la salida y entrada al templo. El palio de la Virgen del Mayor Dolor y Asunción a los Cielos terminaba de completar una tarde brillante para una cofradía que empezó a lucirse especialmente con la llegada de la noche y su paso por las calles más estrechas del recorrido que permiten disfrutar de un cortejo sobrio y elegante. 

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