CRÍMENES HISTÓRICOS DE SEVILLA
El Huerto del «Francés», la tumba de seis incautos jugadores en Peñaflor
Juan Aldije y José Muñoz Lopera engañaron y asesinaron a seis personas en 1904

La desaparición de un vecino de Posadas, desencadenó en unos descubrimientos macabros en un huerto de Peñaflor. Miguel Rejano salió el 3 de noviembre de su casa y nunca volvió. Su mujer denunció su desaparición, y al poco tiempo recibió un anónimo que le indicaba que buscase en el Huerto del «francés» . Aprovechando que Juan Aldije, el «francés» y su familia no estaban en el huerto, los familiares de Rejano aprovecharon para buscar al desaparecido.Era el 16 de diciembre de 1904, cuando mientras excavaban en busca de alguna pista hallaron un cadáver , no era el de su familiar, pero siguieron cavando y encontraron un segundo cuerpo, esta vez sí era el de Miguel Rejano. En este momento decidieron informar a la Guardia Civil de lo encontrado.
Las autoridades continuaron con las labores de excavación y encontraron dos cadáveres más y el 19 de diciembre se encontraba a los dos últimos desgraciados que encontraron la muerte en el huerto del «francés». Todos los cuerpos presentaban como causa del fallecimiento un fuerte golpe en la cabeza .
El dedo acusador señalaba a Aldije, que además estaba en paradero desconocido . La esposa y uno de los hijos del «francés» fueron detenidos como sospechosos.
Por otro lado, la declaración de un vecino del pueblo apuntó a José Muñoz Lopera , buen amigo del «francés» y aficionado al juego, como posible cómplice de los asesinatos. Este testigo también declaró que en el pueblo se rumoreaba que en casa del francés se realizaban partidas de cartas clandestinas y que en una ocasión alguien le contó que había visto salir huyendo a una persona del huerto del «francés». Por este motivo, Muñoz Lopera fue detenido como sospechoso pese a negar tener alguna relación con el caso.
Al conocer lo que estaba sucediendo en el huerto Juan Aldije, huyó a Portugal pero volvió al pueblo al conocer la noticia de la detención de su mujer y su hijo. El «francés» alegó que volvía para demostrar su inocencia y la de sus familiares . Admitió tener conocimiento de las partidas ilegales y saber que Muñoz y sus compinches habían matado a algunos jugadores y que no denunció por miedo a Muñoz Lopera. En una declaración posterior ya en el juzgado de Lora del Río, Aldije relató cómo se habían producido los asesinatos. Él era el encargado de cavar las fosas y recoger a las víctimas en la estación, luego los llevaba al huerto donde los esperaba Muñoz tras una puerta esperando con una barra de metal para golpear al incauto y darle muerte.
Por su parte Muñoz, en su declaración ante el juez de instrucción admitió conocer los crímenes pero señaló que el que golpeaba a las víctimas y les daba muerte era Aldije. Al ver las contradicciones el juez dispuso un careo entre los presos esperando aclarar algo, pero no surtió efecto.
El juicio
El hijo y la mujer del «francés» fueron puestos en libertad, Aldije y Muñoz fueron trasladados a la cárcel del Pópulo en Sevilla. Allí esperaron a ser juzgados. Muñoz se puso en huelga de hambre , lo que motivó que el juicio se retrasase hasta en tres ocasiones. Finalmente el juicio comenzó el 5 de marzo de 1906 .
Muñoz no declaró porque estaba demasiado débil para articular palabra por la falta de alimento, por lo que se leyeron las declaraciones que hizo en su día ante el juez de instrucción y ante la policía. El otro acusado, Juan Aldije, el «francés», reiteró su inocencia, añadiendo que sus declaraciones de culpabilidad anteriores se debieron a los abusos recibidos por los cuerpos de seguridad .
Se decían: «¡Adiós, palomo ladrón!¡Adiós, gran criminal!»
La mujer y el hijo del «francés» señalaron que el acusado no podría haber matado a nadie puesto que sufría dolores reumáticos que lo dejaban sin fuerzas. Añadieron que en el huerto era muy fácil entrar y que la puerta de la conejera, donde se encontraron los cuerpos, siempre estaba entornada. Este argumento fue refutado por uno de los testigos que era vecino del pueblo y amigo de Muñoz. Federico González admitió que entrar en el huerto era fácil pero que la puerta de la conejera siempre estaba cerrada. Otros testigos señalaron que en el pueblo había visto como los acusados se saludaban diciéndose: «¡Adiós, palomo ladrón!»«¡Adiós, gran criminal!», o que Aldije presumía del dinero que tenía.
El 13 de marzo se celebró la última sesión en la que le jurado declaró a los acusados culpables. El juez los condenó a muerte por garrote vil . Antes de ser ajusticiados, Muñoz urdió un plan de escape que salió mal y las autoridades sevillanas trataron de que se les conmutase la pena de muerte por una cadena perpetua. Ninguno de los esfuerzos por evitar que muriesen estos hombres surtió efecto, y fueron ejecutados el 30 de octubre de 1906.
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