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Cultura

La Inmaculada de Zurbarán que sirvió para construir un convento

El cuadro, hallado por José Sebastián y Bandarán, se encuentra en el Museo del Prado

La obra «Inmaculada Bandarán»-Museo del Prado

N. Ortiz

El sacerdote José Sebastián y Bandarán es una de las personalidades más conocidas en la historia de la Iglesia y de la propia Sevilla durante el siglo XX. Fue sacerdote, capellán real , estaba muy vinculado a la Real Academia de las Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría y potenció siempre la devoción mariana. No en vano, fue uno de los principales apoyos para la construcción del monumento a la Inmaculada de la Plaza del Triunfo.

Sin embargo, hay un capítulo de la vida de Sebastián Bandarán que ha pasado desapercibido a lo largo de los años y que tiene que ver, en gran parte, con su gran implicación y compromiso con la vida religiosa de la ciudad . En 1956, por casualidad, el sacerdote descubrió que en un convento sevillano yacía olvidada y desconocida un cuadro de uno de los mejores pintores españoles, Zurbarán. El hallazgo, que impresionó al propio capellán real, también sirvió para cambiar el destino y ayudar a la congregación sevillana de las Esclavas Concepcionistas del Divino Corazón.

La casualidad del hallazgo

La historia de la pintura, que representa a la Inmaculada, comienza en el convento de dicha congregación religiosa. Bandarán visitaba a las religiosas para ayudarlas en su reivindicación, que no era otra que la beatificación de su fundador, el Cardenal Spínola y Maestre . Una vez allí el sacerdote y sus acompañantes fueron recibidos en una sala con muy poca luz, tal y como cuenta el propio Bandarán en un artículo publicado en la revista «Archivo Hispalense». Sin embargo, la falta de claridad no le impidió apreciar la belleza del cuadro que presidía la estancia. Era la Virgen Inmaculada pintada, nada más y nada menos, que por el maestro Zurbarán . «Desde el primer momento nos pareció una obra de mano maestra», escribió el capellán real al describir su hallazgo.

En la actualidad sigue sin conocerse el origen de la pintura, aunque sí se mantiene la hipótesis de que pertenecía a Celia Méndez, fundadora junto con el Cardenal Spínola, de las Esclavas del Divino Corazón. La religiosa era viuda del Marqués de la Puebla de Obando, por lo que se sospecha que el origen extremeño de su familia está detrás de la adquisición de la obra de Zurbarán, también extremeño. Esta hipótesis se refuerza por la ausencia de otras obras de arte en la congregación.

Importantes deterioros

A partir del descubrimiento, José Sebastián y Bandarán se encargó de que la obra fuese restaurada por técnicos de la Comisión de Arte Sacro, ya que sufría un deterioro considerable. El siguiente paso era que el Museo de Bellas artes de Sevilla adquiriese el cuadro, para lo queel sacerdote y las religiosa se reunieron en diferentes fechas, tratando de buscar un acuerdo para la venta de la obra. No obstante, a pesar de las promesas que, según escribe el propio capellán real, hicieron desde el museo sevillano, la pintura fue finalmente adquirida por el Museo del Prado , donde aún puede verse, por cuatrocientas mil pesetas. A medio camino se quedaron otras ofertas extranjeras, como una prestigiosa galería inglesa y unos coleccionistas particulares alemanes, que doblaron la suma ofrecida por el museo madrileño.

Sin embargo, las religiosas únicamente perseguían motivos pastorales con su venta y pasaron por alto la posibilidad de más beneficios económicos a cambio de que el cuadro se marchase fuera de España. Prueba de ello es que el importe del traspaso fue destinado íntegramente a sufragar una nueva sede de la congregación de las Esclavas del Divino Corazón en la localidad aljarefeña de Sanlúcar la Mayor, donde actualmente también se encuentra el Colegio Cardenal Spínola y la Casa Provincial de la congregación.

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