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LOS PALACIOS

Botellas de cristal con un winston, un periódico, una moneda y la historia de Santa María la Blanca

José Manuel Caro no es cura pero ha colaborado con todos los párrocos y ha ido escribiendo todos los hitos de la historia de esta parroquia de Los Palacios

José Manuel Caro comenzó a trabajar para la parroquia a los 9 años F.R.M.

FERNANDO RODRÍGUEZ MURUBE

Fue el día de su comunión, con apenas nueve años, cuando comenzó el idilio del pequeño José Manuel Caro (Los Palacios, 1936) con la parroquia Santa María la Blanca, levantada en el siglo XV a expensas de la Casa de Arcos que ostentaba el señorío de la villa de Los Palacios.

Quedó cautivado por la ceremonia y sobre todo por aquella bella construcción y el misticismo que la envolvía. Desde entonces nunca se ha borrado aquel rostro embelesado cuando la parroquia está de por medio. Nacido en el seno de una familia eminentemente religiosa, a los nueve años comenzó en Acción Católica . Aspirante, joven y hombre, los tres escalafones en que se dividía este movimiento eclesial, fueron el inicio de su trayectoria vital, siempre unida a Santa María la Blanca y a su mujer e hijos.

Poco a poco fue tomando más responsabilidad dentro de la estructura parroquial. Fue Antonio Sánchez Ramírez , párroco de Los Palacios en los años sesenta, quien le inculca la necesidad de cuidar del edificio y de restaurar sus obras artísticas, y quien le confió esta parcela. « Nuestros antepasados hicieron esta gran obra y se le fueron añadiendo importantes creaciones artísticas, si ahora no estamos en época de abarcar grandes obras, por lo menos deberíamos ser capaces de mantener y conservar lo que otros nos han dejado».

De este modo, comenzó a trabajar «solo por amor y cariño» en innumerables reformas y restauraciones siembre bajo el auspicio del párroco. De todas ellas recuerda con especial orgullo los cuatro años y medio que dedicó a despintar el blanco que tapaba el retablo dorado de estilo barroco que preside la Virgen del Rosario y que actualmente luce en perfecto estado. Dorado que detectó durante la instalación de un nuevo sistema eléctrico para el templo tras destrozar un rayo toda la infraestructura anterior. En total fueron 13.000 metros de cable que colocaron mano a mano él e Ignacio Gómez.

Consciente de que en aquel entonces la situación económica de la parroquia no era muy halagüeña, confiaba en la savia cristiana que intuyó soterrada en el corazón de los palaciegos . Los años siguientes confirmaron esa intuición. Así surgió la asociación «Amigos de la Torre» , que recaudaba fondos para financiar dichas obras. «Gracias a ella y a las gestiones de los párrocos en estos años se han invertido más de treinta millones de pesetas sin que las arcas de la parroquia se hayan enterado».

José Manuel tiene fascinación con el pasado, y lamenta el hecho de que en muchos casos no exista testimonio físico que documente cada acontecimiento relevante que haya sucedido, en su caso, en la parroquia. Por ello, decidió hace más de cuarenta años realizar un acta detallado de cada actuación y obra que se llevara a cabo en dicho templo: q ué se ha hecho, cuándo se ha hecho, bajo el amparo de qué párroco, arzobispo y Papa, quién ha cobrado, quién ha pagado y quién ha trabajado.

En este sentido, Caro revela a ABC Provincia uno de sus secretos mejor guardados. Resulta que no solo ha dejado constancia en los libros que guarda en su casa de todas las obras realizadas desde los años sesenta en dicha parroquia, también lo ha hecho en el propio templo palaciego : a lo largo de este extenso período ha ido depositando una especie de cápsula del tiempo en mechinales y en cada rincón donde se haya actuado, y a sea en bóvedas, nave central, solería, etc.

En concreto, ha utilizado botellas de cristal de considerable tamaño, donde introduce las ya mencionadas actas firmadas por el párroco y él mismo y estampadas con el sello de la parroquia, así como monedas de curso legal, un cigarro del tabaco que él fumaba (Winston) y un periódico del día. Así, casi medio centenar de botellas «habitan» actualmente en el mayor monumento histórico de Los Palacios. «Solo en la torre hay más de diez», advierte a sabiendas de lo sorpresivo del asunto.

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