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Patrimonio

¿Cómo se hace un mosaico romano?

Un experto ha hecho entregada a la Olavide de una reproducción de un mosaico hallado en Carmona

Un experto ha entregado la reproducción de un fragmento de mosaico a la Olavide en Carmona ABC

A. MALLADO

Roma convirtió a los mosaicos en el motivo decorativo predominante en sus casas y edificios más importantes. El resultado es conocido y asombra aún cuando puede verse expuesto en museos o in situ en parques arqueológicos. Pero es frecuente la pregunta ¿cómo los hacían? Santiago Recio Blanco, técnico auxiliar de Arqueología ofrece estos días en Carmona una explicación práctica de esta técnica en el marco de los cursos de verano de la Universidad Pablo de Olavide.

Como requisitos previos eran necesarias una serie de características que este experto resume en «paciencia, devoción, mimo y buen pulso». De hecho, la progresiva complicación de este arte en Roma hizo que se convirtiera en un trabajo propio de albañiles especializados. De esta forma, el todas las ciudades importantes había talleres de elaboración de mosaicos. Pero también había talleres itinerantes que recorrían el Imperio con un catálogo en el que los clientes podían elegir el de su gusto. A partir de ahí, cada miembro de la cuadrilla realizaba una labor concreta: combinar los motivos, preparar el suelo o la pared, dibujar el motivo elegido, cortar las teselas y colocarlas.

Siempre que era posible, los mosaicos se construían con materiales existentes en la zona mediante diversas técnicas como incrustar las teselas en el mortero o encajar los trozos de mármol u otras piedras de forma geométrica

Santiago Recio explica que aunque el experto en mosaicos del Ayuntamiento de Carmona esta técnica decorativa ha sido empleada por diferentes culturas a lo largo de la historia, y que existe constancia de que «templos y palacios del antiguo Egipto se encontraban decorados con mosaicos». La tradición se extendió luego por Oriente y por Grecia, desde donde llegó hasta Italia y al resto de las regiones del Imperio Romano, como Hispania, la Bética y, posteriormente, a la antigua Carmo.

En el caso de España , explica este experto, durante los dos primeros siglos imperiales predominó el mosaico en blanco y negro . A partir del siglo III comienzan a introducirse los colores. En ellos quedaban reflejados formas de vida, costumbres, conocimientos culturales y el nivel económico de la sociedad.

Santiago Recio ha hecho entrega a la sede Olavide en Carmona – Rectora Rosario Valpuesta de la reproducción de un fragmento de mosaico policromo, hallado en la carmonense calle Prim, concretamente en el edificio de una entidad bancaria . A dicho acto han asistido el vicepresidente ejecutivo de la Fundación Universidad Pablo de Olavide, David Naranjo; el alcalde de Carmona, Juan Ávila; la subdirectora general de Infancia y Familias de la Consejería de Igualdad y Políticas Sociales, Josefa Vázquez y el director de la sede Olavide en Carmona, Francisco Hidalgo. Es un mosaico fechado entre final del siglo II y principios del III, de gran calidad técnica y que podría ser parte del pavimento de las termas romanas de Carmo.

Representa la parte superior de un thiasos o cortejo marino, de la diosa Anfitrite , ninfa del mar tranquilo y esposa de Neptuno, que cabalga a lomos de lo que podría ser un hipocampo, con esquemáticas estelas negras representando el viento y la espuma del mar, que van dejando los personajes. La fracción contiene dos franjas horizontales de teselas negras, conteniendo en su interior una línea con nueva spinae de teselas policromas.

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