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ARAHAL

Emprender después de los 50 años en Sevilla

Cinco mujeres con cargas familiares decidieron estudiar a esta edad y al terminar han creado una empresa especializada en Trabajo Social

Las cinco mujeres que han creado una cooperativa de Trabajo Social C. G.

CARMEN GONZÁLEZ

Son cinco mujeres que han sobrepasado los 50 años . Empezaron a estudiar a partir de esa edad la carrera de Trabajo Social y, cuando han terminado, han montado una empresa con proyectos tan ambiciosos como gestionar en Sevilla un centro de actividades para mayores de 60 años.

Dicen que están preparadas para los problemas porque vienen de vuelta de resolver muchos. Y tienen claro que cuando una mujer emprende a los 50, es porque está segura de tener «profundas raíces» para que no las tire cualquier viento.

Se conocieron por medio de la universidad a distancia de Sevilla. Son Rosario Cabello Brenes (54 años), Carmen Cid Vallejo (52), Dulcenombre Belmonte Poyón (52), Carmen Rodríguez Monge y Encarnación Roldán Mariscal (52). Insisten en que estaban enmarcadas en uno de los perfiles laborales menos atractivos: mujer, mayor de 45 años, desempleadas de larga duración y, por ello, en exclusión social o, más bien, laboral . Aun así, al igual que han hecho en su vida privada, nunca se han rendido .

Perfiles

Dulcenombre tiene dos hijos, uno de 22 años que padece espina bífida. Todo lo que ha hecho desde que nació ha estado encaminado a ayudar a su hijo , es cuidadora con conocimientos de Enfermería. En estos años, se ha convertido, además, en experta solicitando ayuda a la administración, sillas de ruedas, facilidades en la escolarización de su hijo, prestaciones. Sus compañeras dicen de ella que «lo mueve todo y lo encuentra todo» . Por eso en la empresa es la que trabaja desde casa, realizando gestiones delante del ordenador.

Carmen Rodríguez Monge llega de la rama sociosanitaria, se dedica a cuidar a personas mayores desde hace años. Por eso quiso avanzar en esta especialidad estudiando Trabajo Social, para que esta ayuda que presta no fuera sólo física y moral, también efectiva en cuanto a la hora de saber sobre las prestaciones que la administración puede ofrecer a este sector de la población y a otros diferentes con necesidades concretas. Para describirla, sus compañeras dicen que «es capaz de venderte un burro sin tenerlo» .

Encarnación Roldán llega de la Fundación Esculapio, dedicada a la asistencia social integral a colectivos laborales necesitados, defensa de la salud laboral, seguridad e higiene en el trabajo y el medio ambiente. Se quedó en paro y, antes de darse por vencida, decide estudiar una rama que la prepararía para ayudar a personas , con nombre propio.

Para Carmen Cid , empezó antes de casarse a estudiar una carrera que tuvo que aparcar por circunstancias familiares. En cuanto tiene la oportunidad, recupera los estudios de una carrera que, en principio, era un reto personal para convertirse en un salida profesional. Su especialidad, ayudar a las mujeres por medio de varias asociaciones , entre ellas la Federación de Mujeres Cerro Amate.

Y, por último, Rosario Cabello interlocutora de esta entrevista. Tres hijos y muchas inquietudes desde antes de formar una familia. No ha parado de hacer cursos , comprometerse en las asociaciones de padres de colegios e institutos hasta que decidió estudiar lo mismo que sus compañeras. Incansable luchadora contra la desigualdad de la mujer , ha comenzado en su propia casa a implantar un método de trabajo que requiere de la participación de todos. Cada uno de sus hijos, tres varones, junto con su marido, se ocupa de una tarea, además de arreglar sus propias habitaciones.

No paran de trabajar

Una vez han constituido su sociedad cooperativa, no han parado de trabajar . Para la Federación de Mujeres de Sevilla han llevado a cabo un proyecto en distintos colegios e institutos de Sevilla sobre igualdad y violencia de género. También en Arahal, en el Club de Atletismo Ohmio , ha llevado a cabo una experiencia piloto sobre la violencia de género en la práctica de distintos deportes. Y dan clases en academias privadas al alumnado que se prepara para opositar a plazas relacionadas con su formación.

Todas están de acuerdo que estudiar a esta edad es un «gran sacrificio» porque supone dedicar un tiempo para ellas en un espacio vital donde sacan adelante a la familia, no sólo hijos y maridos, sino padres enfermos y mayores a los que hay que cuidar.

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