operación madeja
Fitonovo compró coches a familiares de cargos públicos en sus años de expansión
Según el sumario del caso Madeja, la facturación de esta empresa sevillana se multiplicó a partir de sus primeros contratos con el Ayuntamiento y a base de dádivas y amaños

A partir del año 2005, la facturación de Fitonovo, la empresa sevillana que investiga la juez Alaya en la operación Madeja por la supuesta compra de voluntades a políticos y funcionarios para ganar concursos públicos, se multiplicó como los panes y los peces. Según las cuentas presentadas en el Registro Mercantil, la sociedad de Rafael González Palomo tenía como objeto social en el año 2005 la «comercialización de productos de droguería y perfumería», con ningún trabajador contratado y unos beneficios de 16,5 millones de pesetas, unos cien mil euros. En 2006, año en que comenzó a contratar el servicio de mantenimiento de parques y jardines con el Ayuntamiento de Sevilla, Fitonovo se mantenía con el mismo objeto comercial y seguía declarando que no tenía personal contratado, aunque su facturación ya fue de 996.000 euros. Y a partir de ahí su expansión fue imparable. Sólo un año después en el Registro consta que la sociedad dirigida por González Palomo y su hijo, José Antonio González Baró, ambos imputados en el caso Madeja, ya tenía 72 empleados fijos y 188 no fijos, con más de diez millones de euros de ingresos. En las últimas cuentas del periodo investigado por Alaya, las de 2011, Fitonovo tenía 115 trabajadores en plantilla y 424 eventuales, con un activo total de 36 millones de euros. ¿Cómo pudo crecer tanto en apenas seis años una pequeña empresa familiar dedicada a la perfumería que durante un lustro había permanecido con cero empleados? Fitonovo ya había cambiado su objeto social por el de «servicios e infraestructuras medioambientales» y los contratos con las administraciones públicas comenzaron a lloverle.
Los contratos que le adjudicó Domingo Enrique Castaño, cuya investigación patrimonial por la venta de los suelos de Mercasevilla dio origen al caso, en 2005 para mantener los jardines del distrito Macarena de Sevilla durante cuatro años e instalar los juegos infantiles en toda la ciudad le reportaron 5,4 millones de euros. La juez considera ahora que se amañaron. Y la Guardia Civil ha descubierto las posibles razones: un cúmulo de dádivas a Castaño que va de coches a obras en su casa o teléfonos móviles. Sin embargo, la declaración que prestó como detenido ante Alaya el apoderado de la filial Fiverde, Ángel Manuel Macedo Gajete, revela que estos regalos se repartieron en otros muchos sitios. Funcionarios de otras administraciones públicas, políticos de distintas provincias e incluso altos cargos de Adif, que adjudicó a Fitonovo importantes contratos para el mantenimiento de las vías de tren, podrían haberse beneficiado de esta «forma de trabajar» de la empresa sevillana.
En la declaración ante la Guardia Civil de Macedo —no la judicial, donde aportó muchos más nombres y posibles dádivas— se recoge que «un Toyota Corolla fue comprado por la sociedad Fitonovo» para uso de la hija del responsable del Parque de María Luisa, Francisco Luis Huertas, que también fue detenido y enviado a prisión provisional en la segunda fase de la operación Madeja. Asegura Macedo que esta mujer «estuvo trabajando» para la empresa —otra posible forma de contraprestación— «durante un par de años en el área de juegos infantiles, quedándose con el vehículo una vez que fue despedida». Asegura también el apoderado de Fiverde que su padre, Francisco Luis Huertas, era «persona de confianza del concejal delegado del área de Vía Pública del Ayuntamiento de Sevilla, Manuel Gómez Lobo, hasta el punto de que fue la persona de cuya mano entraron a concursar con el tema de los juegos infantiles». Por si fuera poco, Macedo declara que a la hija de Huertas no le iba bien con su propio negocio de juegos infantiles, «motivo por el cual su padre le pidió un día si podía contratarla él».
Pero hay más. «Otro Toyota Corolla fue comprado por la sociedad Fitonovo para el uso» de otro joven empleado de la empresa que era hijo de un «ingeniero de la Diputación Provincial de Sevilla» al que el detenido aseguró conocer desde hacía años porque «llevaba el tema de carreteras en la Diputación». Las adjudicaciones a Fitonovo en este ámbito han sito incontables. Y por último, Macedo también reconoce que Fitonovo compró un BMW X5 al director de la Yeguada La Cartuja, empresa estatal, que atendía la salud de sus caballos. Además de estos coches están los dos del propio Domingo Enrique Castaño, un Honda CRV que al año la esposa de éste vendió al propio Macedo por el mismo dinero que había costado en el concesionario, 27.000 euros, cuyo cheque usó el matrimonio para pagar parte del otro regalo, un Audi A-4 Avant que se cargó contra la cuenta de Macedo en parte y que terminó de pagar Fitonovo.
La relación de dádivas es mucho más larga, pero aún están bajo secreto de sumario. Pero una muestra de la fluidez en las relaciones con los políticos y funcionarios la da el citado Audi de Castaño. En el sumario se incluyen incluso los extras que el asesor de Monteseirín supuestamente exigió entonces —febrero de 2007— al empresario: asientos de cuero, preinstalación de móvil, cristales dobles, sistema de aparcamiento trasero, regulador de velocidad... En total, el coche costó 38.763 euros.
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