HEMEROTECA
Colección gráfica de ABC: el tren de la Exposición Iberoamericana de 1929
El convoy en miniatura hizo las delicias de los visitantes del certamen, pero después su historia está cuajada de vicisitudes

Una de las atracciones más populares de la Exposición Iberoamericana de Sevilla, inaugurada el 9 de mayo de 1929, fue el tren Liliput que recorría todo el recinto del certamen para solaz de los visitantes como se recoge en la imagen de la Colección gráfica de ABC.
Se trataba de un tren de vapor construido por la casa Krauss de Munich adquirido en Colonia en 1928 con vistas a la exposición sevillana. Se compraron tres convoyes con igual número de locomotoras, bautizadas con el nombre de las tres carabelas del viaje descubridor de Cristóbal Colón, y treinta vagones de pasajeros como material rodante. No obstante, comenzado el certamen y en vista del éxito popular, se compró una cuarta composición que se llamó «Sevilla».
El material motor era gemelo de tres locomotoras fabricadas para el parque de atracciones del Prater vienés en 1928, que a su vez seguían la inspiración de otras dos locomotoras que la firma alemana había construido para un certamen de artesanía bávara y otra feria comercial en Düsseldorf en 1925 con un ancho de vía de 381 milímetros. La fábrica alemana llegó a fabricar hasta una docena de máquinas de vapor adaptadas a un ancho de vía de 15 pulgadas, que se pusieron de moda en los años 20 del pasado siglo. El material remolcador podía alcanzar una velocidad de 30 kilómetros por hora.
El recorrido por el recinto de la exposición sevillana incluía seis estaciones a lo largo de los más de cinco kilómetros de vías de un único sentido tendidas a través del parque de María Luisa. Pasaba incluso por debajo del monte Gurugú
La atracción fue un auténtico éxito: más de medio millón de personas subieron a bordo de sus vagones durante el tiempo en que estuvo funcionando y todavía entró en servicio en 1930 y en 1932 en ocasiones extraordinarias. Fueron las últimas veces en que hay constancia de su funcionamiento porque a partir de ahí entró en una fase de abandono que llevó al Ayuntamiento de Sevilla, fuertemente endeudado, a subastar el material como chatarra.
Abandonado a su suerte en diferentes emplazamientos, el tren Liliput de la Exposición Iberoamericana reapareció en los años 60: la locomotora «Niña» se instaló en una vía muerta en el parque infantil de tráfico Blancanieves en la avenida de la Borbolla y sus compañeras de serie, la «Santa María», la «Pinta» y la «Sevilla», fueron vendidas al peso, instaladas a la intemperie en Arroyo de la Plata y luego restauradas para su entrada en servicio en el parque de atracciones de Madrid.
Todos los intentos para poner en servicio el tren, primero en el parque periurbano de La Corchuela durante los años 60 y luego con ocasión de la Expo92, resultaron infructuosos. La Asociación de Amigos del Ferrocarril mantiene restaurada en sus instalaciones de la estación de Santa Justa la «Niña», la única locomotora que se salvó de esta triste historia de desidia colectiva.
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