La generación del 64 del Portaceli, juntos 50 años después
Miembros de la promoción del colegio celebraron sus bodas de oro como antiguos alumnos de un centro en el que discurrió una parte importante de sus vidas
No estaban todos, pero los que asistieron supieron suplir las ausencias con gratos recuerdos y vivencias, muchas de ellas indelebles, de hace cincuenta años. Arropados por la Asociación de Antiguos Alumnos del Portaceli, muchos de los que hace medio siglo abandonaron sus aulas tras concluir sus estudios de Bachiller volvieron ayer al colegio de su infancia y primera juventud para conmemorar sus bodas de oro como promoción, la de 1964. Un año con una orla un tanto singular en la que apuntaban un futuro presidente de la Junta de Andalucía, un arquitecto de renombre o un conocido director de cine, entre otros brillantes ejemplos.
La convocatoria fue secundada por más de medio centenar de integrantes de aquel grupo estudiantil de antaño, a los que una comisión organizadora les había preparado alguna que otra sorpresa cargada de emotividad, como un dvd con imágenes en blanco y negro de un pasado en común, en el que el paso del tiempo también les obsequiaba con instantáneas en color de una amistad que muchos siguen cultivando en la actualidad.
Antonio Cruz Villalón o José Rodríguez de la Borbolla son de esta promociónY es que la «cosecha» del 64 fue fructífera y sus filas están cuajadas de destacados profesionales del mundo empresarial, docente o jurídico, por citar sólo algunos de los ámbitos. Y, entre todos ellos, nombres que han descollado por su actividad, como el caso de Antonio Cruz Villalón, arquitecto de reconocido prestigio internacional, que no quiso faltar a tan señalada cita. De aquella etapa se queda con un poco de todo, «es como un paquete —comentó a ABC— en el que hay cosas que te traen buenos recuerdos y otras con las que ya no comulgas tanto; pero hay que aceptarlo como una sola realidad, no se puede trocear y hacer elecciones».
Hay algo, no obstante, en lo que muchos de estos antiguos alumnos coinciden: el sentido de la excelencia que los jesuitas supieron transmitirles. «Había una exigencia de hacer las cosas bien, lo mejor que se pudiera, y eso es algo que siempre he apreciado», confesaba Cruz Villalón. Este fue también uno de los sentimientos que el cirujano cardiovascular Juan Manuel Contreras traía a colación de su experiencia personal, de la que no olvida el año que tuvo que repetir curso por ser un «desastre» en Matemáticas.
Secretario del Colegio de Médicos de Sevilla, Contreras, que también ha sido hermano mayor de Los Estudiantes y ejerció durante una década como presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos del Portaceli, tiene muy presentes esas otras enseñanzas que recibió en el colegio, como el valor de la disciplina y la inquietud y el interés por la realidad social del momento.
Buscando la esencia
Desde Madrid se desplazó expresamente para acudir a la celebración el director de cine y jugador profesional Gonzalo García Pelayo, cuya contribución personal a estas «bodas de oro» se ha materializado en un CD con temas musicales de aquellos años. «No pude venir cuando el 25 aniversario de la promoción, porque estaba en el extranjero y mandé un telegrama; entonces me prometí que intentaría estar en cualquier otro momento», explicaba, mientras no ocultaba lo mucho que le ha marcado su paso por este colegio. «Muchas cosas que se perciben en mis películas las tomé de aquí», confesaba. Era la primera vez que volvía a la iglesia del Portaceli después de 50 años y en su anecdotario particular afloraban palabras de afecto para el padre Vega, al que dedicó, incluso, una de sus películas.
Pero para García Pelayo también cuenta con una especial significación «esa manera, un tanto shakesperiana, de mirar el mundo, a la gente, buscando la esencia», que prendió durante sus años en este centro educativo. Un colegio por el que también pasó el expresidente de la Junta de Andalucía José Rodríguez de la Borbolla, uno de los integrantes, a la sazón, de la comisión organizadora de la efeméride. El mantenimiento de una idea de compañerismo a lo largo de 50 años «es prueba —apuntaba— de que la verdadera patria del hombre es la infancia, como decía Rilke». En el Portaceli estuvo desde los 9 a los 17 años de edad, «más tiempo que en un cargo público». El respeto por el otro, la idea de que «toda persona es aprovechable», fueron algunos de esos otros valores aprendidos que Rodríguez de la Borbolla no quiso pasar por alto en esta especial ocasión.
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