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entrevista

«Me duele ver a los arquitectos a los que di clase trabajando de camareros»

El arquitecto y catedrático Rafael Manzano, con una hija arquitecta en paro, dice que casi ninguno de sus alumnos trabaja en lo suyo

«Me duele ver a los arquitectos a los que di clase trabajando de camareros» rocío ruz

jesús álvarez

Rafael Manzano (Cádiz, 1936), catedrático de Historia del Arte y ex director de la Escuela Superior de Arquitectura de Sevilla, lamenta que casi ninguno de sus alumnos tenga trabajo y que tengan que hacer de camareros o fotógrafos. «Estuve hace poco en Baelo Claudia y hablé con el guarda de las ruinas, que me contó que tiene un hijo arquitecto que está de camarero en el restaurante que hay allí. Me duele que el arquitecto esté trabajando de camarero y no en las ruinas, pese a sus estudios, o que mi hija, que también es arquitecta, apenas tenga trabajo», comenta a ABC.

Y añade: «El otro día en la Plaza de San Francisco se me acercó un chico con una cámara para decirme que yo había sido su mejor profesor en la Escuela de Arquitectura. Es fotógrafo. Otros muchos de mis alumnos están buscándose la vida en China o Australia o Sudamérica. Casi ninguno de mis alumnos está ejerciendo su profesión».

Manzano, que fue también director del Real Alcázar de Sevilla y el primer español en recibir el premio Richard H. Driehaus, considerado el Pritzker de la Arquitectura Clásica, critica también el plan de la Universidad de Sevilla de jubilación anticipada de sus profesores y catedráticos más veteranos: «Eso fue lamentable. No se puede llamar rector al que se le ocurrió semejante idea. Fue una forma inaudita de despilfarro intelectual de la capacidad docente de la Universidad de Sevilla, que acabó con su mayor tesoro prejubilándolos».

El arquitecto gaditano considera que «los 50-60 años son un momento de plenitud de los catedráticos y profesores y de otras profesiones que requieren un ejercicio intelectual»

Cuando se le pregunta por las acusaciones del actual rector contra el Gobierno central por no dejarle sacar plazas de profesores para reponer las bajas y se queja de que eso «se va a notar muchísimo en la calidad de la docenciaLos 50-60 años son un momento de plenitud de los catedráticos y profesores y de otras profesiones que requieren un ejercicio intelectual. », afirma: «Eso tenía que haberlo pensado antes. ¡A buenas horas, mangas verdes!. A un rector se le debe pedir que tenga un poco de olfato y la crisis ya estaba ahí. Me parece que se ha privado a la Universidad de sus valores más importantes, que son los conocimientos de sus docentes. Me parece doloroso que los hayamos desperdiciado».

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