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nueva heredera de un ganadero:

«Nací rica pero me crié pobre»

El Supremo ratifica que Sofía Reguera es hija del ganadero José Benítez-Cubero y tiene derecho a su herencia millonaria

«Nací rica pero me crié pobre» abc

M. J. PEREIRA

Hace un mes, el Tribunal Supremo ratificó la sentencia de 2013 de un Juzgado de Primera Instancia de Sevilla que reconoció a Sofía Reguera Hidalgo como hija legítima del ganadero José Benítez-Cubero Cañete de Beca , lo que le da derecho a recibir la mitad de una herencia valorada en unos 25 millones de euros. Su madre, Rosario Reguera Hidalgo , trabajó como criada en una finca de los padres del ganadero entre 1945 y 1950, tiempo en que entabló una relación amorosa con el único hijo de los propietarios, José Benítez-Cubero.

La hija que nació fruto de esa relación no fue reconocida , aunque el padre mantuvo contacto con la madre y la menor. «Desde que tengo uso de razón sabía quién era mi padre y llevo 64 años esperando a que se me reconozca como hija de José Benítez-Cubero», declaró ayer a ABC Sofía, que lucía en su mano su DNI antiguo con los apellidos de su madre y el actual con los de sus padres.

Cuando se quedó embarazada Rosario, la madre de José Benítez-Cubero, Sofía Cañete de Beca, le pidió que si era niña le pusiera su nombre y así hizo cuando nació el 10 de mayo de 1950. «Le dijeron que se fuera a dar a luz a El Coronil y que después la llamarían, pero eso no pasó», indica Sofía Benítez-Cubero, quien afirma que «mi padre le propuso a mi madre que se fuera a vivir a un piso a Los Remedios pero ella se negó porque no quería ser “la otra” ni darle la razón a mi abuela paterna, que le había acusado de quedarse embarazada por dinero».

« Mis padres estaban muy enamorados . La suya fue una historia de amor de novela. La relación duró muchos años pero mis abuelos paternos amañaron un matrimonio para él con una niña de su categoría pocos años después de nacer yo. Imagino que él aceptó porque de lo contrario podría haber sido desheredado», explica Sofía Benítez-Cubero, quien ha sido defendida en este pleito por el abogado Fernando Osuna, especialista en casos de filiación..

A pesar de ello no dejaron de tener contacto. «Una tía mía trabajaba en una finca de mis abuelos paternos en Las Pajanosas y me llevó dos semanas allí, lo que me permitió estar en contacto con mi padre. Sin embargo, mis abuelos se enteraron y le dijeron a mi tía: “ O sale la niña o vais todos a la calle ”. Además, cuando yo era una niña mi padre venía a El Coronil a caballo, vestido de señorito, y me visitaba en el colegio. Todo el mundo sabía que él era mi padre», relata.

«Cuando yo nací mi madre se fue a buscar trabajo a Lora del Río y me dejó con mis abuelos maternos y una tía. Yo pasaba algunas temporadas con ella en Lora y mi padre nos visitaba muchas veces en ese pueblo, donde mi madre inició una nueva vida y donde –cuenta– se casó con un señor con el que tuvo cuatro hijos».

En 1969, su padre escribió a su tía una carta diciéndole que se había enterado de que su hija se iba a casar y que si necesitaban algo sólo tenían que pedírselo. «Era una carta muy cariñosa pero mi gente no lo permitió», asegura esta vecina de El Coronil. «Un año después falleció mi padre pero mi madre vivió hasta 2004. Ella nunca quiso iniciar un pleito de reconocimiento de paternidad. Yo siempre respeté su voluntad en vida pero –añade– en 2008 yo reclamé lo que me parece justo: que se me reconociera como lo que soy, hija de José Benítez-Cubero».

Sofía Reguera, hoy Sofía Benítez-Cubero, trabajó desde su juventud en todas las tareas del campo, como empleada de hogar, en un obrador de su propiedad y ahora en una tienda de ropa. «Con la crisis la tienda no va muy bien pero me quedan pocos meses para jubilarme. Es curioso, nací rica pero viví pobre. Por eso le doy gracias a Dios porque los tribunales me han dado la razón», concluye.

¿Qué hará con la mitad de la herencia de entre 20 y 25 millones de euros que le corresponde? Se trata de 2.000 hectáreas (1.300 de ellas correspondientes a una finca situada entre Marchena, Lantejuela, Osuna y La Puebla) , bienes inmuebles, una famosa ganadería por sus toros de rejoneo , una yeguada y las rentas que todo ello han generado desde 1970. «Tengo tres hijos. Uno de ellos es capataz en paro, el otro es camionero y una tercera trabaja en Asuntos Sociales. Ahora sólo quiero que ellos puedan disfrutar de esa herencia, como lo han hecho mis sobrinas, las tres hijas de mi hermanastro, José Benítez-Cubero Pallarés, de 62 años, el único hijo conocido de mi padre», confiesa Sofía, quien asegura que «las hijas de mi hermanastro han disfrutado de la mitad de mi dinero. Aún recuerdo cuando salió en la Prensa la boda de una ellas y yo pensaba: la mitad de esa boda se ha pagado con mi dinero».

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