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Los militares de Capitanía al joven que salvaron la vida: «Es nuestro niño del cuartel»

Jaime Carvajal García-Corona, el ciclista que el 10 de abril sufrió un accidente a las puertas de Capitanía, jurará bandera este sábado en agradecimiento a los militares que le auxiliaron

Los militares de Capitanía al joven que salvaron la vida: «Es nuestro niño del cuartel» vanessa gómez

P. garcía

Más de 350 civiles jurarán mañana sábado ante la enseña nacional en la Plaza de España, en el transcurso de una ceremonia castrense, enmarcada en una gran parada militar, que presidirá el teniente general Francisco Javier Varela Salas, jefe de la Fuerza Terrestre. Cada uno de esos ciudadanos tendrá su particular razón para participar en tan simbólico acto, pero pocos, quizás, un motivo de tanta trascendencia como Jaime Carvajal García-Corona, el joven sevillano de 21 años de edad que el pasado 10 de abril sufrió un grave accidente junto a Capitanía cuando impactó contra un vehículo todoterreno mientras circulaba en bicicleta.

Desde entonces ha pasado ya algo más de un mes y tanto él como su familia sólo tienen palabras de agradecimiento para todas las personas que, desde el primer momento, les brindaron su apoyo. Acompañado de su padre, Rafael Carvajal Murube, y con el brazo izquierdo en cabestrillo por una lesión en el plexo braquial que le resta movilidad y sensibilidad, Jaime es recibido en Capitanía con alegría y muestras de cariño por el teniente coronel médico José Manuel del Solar; el teniente coronel enfermero Antonio de la Hoz, y el cabo sanitario Miguel Ángel Zafra, los tres militares que en primera instancia le auxiliaron el día del accidente y sin cuya decidida intervención la historia hubiera tenido un diferente desenlace.

No recuerda nada del accidente

«Cada día soy un poco más consciente de lo que me ha podido pasar. Cuando desperté en el hospital me notaba la grapa del cuello, no movía el brazo, pero no sabía por qué, sólo me contaron que había sido un accidente de tráfico... Podía haberme quedado en el sitio o con algún problema serio aunque, gracias a Dios, todo ha sido un gran susto y lo que tengo es muy leve». Jaime habla con voz ronca y algo de dificultad pues, aunque lo peor ha pasado, todavía precisa rehabilitación y atención especializada de un logopeda para su total recuperación. Nada que el tiempo no pueda ir curando, ya que del severo impacto que sufrió no le han quedado secuelas neurológicas o de cualquier otro tipo, aunque aún tiene algunas lagunas en su memoria y no recuerda nada del accidente.

«Fue muy duro para nosotros», confiesa el padre al echar la vista atrás y recordar la incertidumbre de las primeras horas antes de la operación de su hijo, los ocho días que Jaime pasó en la UCI, la preocupación posterior ante las pruebas que hubieron de practicarle... Unos difíciles momentos en los que, pese a todo, «no hemos estado solos y ha sido impresionante cómo se ha volcado todo el mundo con nosotros, por lo que ahora lo único que podemos hacer es mostrar nuestro agradecimiento y, principalmente, a estos señores porque fueron los primeros que hicieron posible que mi hijo siga aquí». Y para ello qué mejor gesto que participar en la próxima jura de bandera. Pero no será sólo Jaime quien besará la bandera, también lo hará su hermano mayor y Myriam, su madre; su padre se quedará entre el público con el hijo menor de la familia.

Labor de equipo

«Nuestra satisfacción es inconmensurable, después de haberle tenido en nuestras manos en las circunstancias en las que estaba con una herida que seccionaba la cara lateral del cuello, al igual que la vena yugular. Verlo ahora sonriendo aquí con nosotros nos colma de alegría», tercia el teniente coronel médico José Manuel del Solar. «Casi lo hemos traído al mundo de nuevo», añade Antonio de la Hoz, teniente coronel enfermero. «Es —dice— el niño del cuartel, nuestro niño de la Plaza de España».

El médico militar, no obstante, se apresura en destacar que fue un trabajo de equipo, en el que desde el centinela a la cabo de la garita actuaron con diligencia, avisando, parando el tráfico, buscando un biombo para preservar la intimidad del accidentado... «Necesitábamos un desfibrilador y lo trajeron en cuestión de segundos», detalla el cabo sanitario Miguel Ángel Zafra. «El 061 funcionó también muy bien y contó con nosotros y con nuestro material para continuar su labor», subraya el doctor.

Agradecimiento familiar

Rafael Carvajal se siente muy agradecido, además, por el interés que los militares siempre han mostrado por conocer la evolución de su hijo. De hecho, el primer día laboral después del accidente, la familia les transmitió ya sus primeras muestras de gratitud. Pero son muchas otras las personas a las que este padre quiere hacer extensivo su agradecimiento: desde los policías nacionales que avisaron, la policía local que actuó, el personal de la UVI móvil, los médicos de la UCI, familiares, amigos... hasta al conductor del vehículo contra el que impactó la bicicleta de su hijo, que no ha puesto ninguna reclamación o denuncia y ha estado interesándose por el estado del chico. Y también a la Universidad Loyola, donde Jaime estudia Derecho. «El próximo año celebraremos dos cumpleaños, uno de ellos el 10 de abril», concluye el joven convencido de que aquel día volvió a nacer.

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