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Tirar la Torre Pelli habría costado más de 200 millones de euros

Puerto Triana, dirigida por Antonio Pulido, aseguró a la constructora una indemnización inabarcable para evitar la marcha atrás si ganaba el PP

Tirar la Torre Pelli habría costado más de 200 millones de euros j.m. serrano

a. garcía reyes / m.j. pereira

La amenaza que en su momento supuso la Torre Pelli para la declaración de los grandes monumentos de la ciudad como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco llegó a provocar que se estudiase su demolición. Pero el Ayuntamiento tuvo que descartar esta posibilidad de manera rotunda en cuanto conoció los detalles del contrato. El alcalde, Juan Ignacio Zoido, mantiene ahora un discurso basado en la seguridad jurídica para los inversores y asegura que tirar el rascacielos habría supuesto un golpe irreversible para la confianza de las grandes empresas en la ciudad. Pero también habría conllevado una losa terminante para las cuentas municipales. Como mínimo, ponerle barrena al edificio de 38 plantas diseñado por César Pelli cuesta 200 millones de euros. Y la indemnización podría crecer hasta otros cien millones más. Con estos números, planteárselo siquiera quedó prohibido. El contrato que firmó la sociedad que administraba esos suelos, Puerto Triana, con la UTE compuesta por FCC y Abengoa incluía una cláusula por la que las constructoras serían indemizadas con una cantidad igual al coste total de la obra, aunque la paralización se produjese antes de estar terminada, más la estimación del lucro cesante. El presupuesto final de la ahora llamada Torre Sevilla es de 205 millones de euros. A partir de ahí, la cantidad subiría en función de lo que estimasen los juzgados que los promotores podrían haber ganado con su explotación.

Cuando Zoido llegó al gobierno, el rascacielos ya contaba con todas las licencias necesarias para hacer la obra. De hecho, los trabajos habían comenzado. Por ello, si hubiese tomado la decisión política de derruir el edificio, la constructora habría reclamado el dinero a Puerto Triana, que estaba dirigida por el presidente de Cajasol, Antonio Pulido, y ésta a su vez habría ido contra el Ayuntamiento alegando que el proyecto se habría quebrado por culpa de la misma administración que había aprobado todos los permisos. La mera posibilidad de que el lastre acabara llegando hasta las arcas municipales disipó de forma celérica las dudas que había en el PP. Y el alcalde se centró directamente en defender ante la Unesco los monumentos de la ciudad —Catedral, Alcázar y Archivo de Indias— argumentando que el rascacielos no afectaba a la postal de Sevilla. Finalmente logró convencer a los miembros de este organismo en San Petersburgo y se salvó esa bola de partido.

La Torre Pelli, cuyas obras han finalizado esta semana, nunca tuvo vuelta atrás. No sólo porque Zoido rechazó ser un alcalde «revisionista», sino porque acabar con el proyecto habría costado el doble de lo que costaron las Setas o la mitad de lo que cuesta hacer otra línea de Metro. Los impulsores de este edificio lo dejaron bien atado para que no hubiera contratiempos si ganaba las elecciones el PP.

Tirar la Torre Pelli habría costado más de 200 millones de euros

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