tiene 89 años
María Oliva: «Con 366 euros de paga no puedo ir al dentista»
El centro de Odontología Social de la Fundación Luis Séiquer atiende a las personas sin recursos

Tiene 89 años y la cabeza como un reloj. María Oliva estaba este martes en el centro de la Fundación Odontología Social Luis Séiquer esperando a ser atendida porque ella es una de las usuarias de este gabinete que presta servicios de salud oral a personas que, por falta de recursos , no tienen posibilidad alguna de ir al dentista.
Permanecía atenta a la presencia del portavoz del PP en el Ayuntamiento de Sevilla, Juan Ignacio Zoido , que fue a visitar las instalaciones acompañado por el doctor Antonio Castaño, presidente de dicha entidad; y a los chiquillos de una mujer que aguardaban jugando al parchís sentados en el suelo de una sala de espera en la que los pacientes se sienten como en casa. Al lado de María su sobrino, Antonio Nebro.
O mejor dicho, el sobrino del hombre que ha sido su pareja durante 55 años. Este joven es el que la cuida en la medida de sus posibilidades a pesar de que María tiene hermanos y sobrinos carnales. La trae y la lleva al dentista, al ambulatorio, al hospital, de paseo, y después la deja en la residencia de mayores de Montequinto donde vive María desde que tuvo que dejar «mi casita de Tomares».
«Yo estaba y estoy muy bien y vivía sola porque iba una mujer que me mandó el Ayuntamiento pero solo a limpiar tres veces en semanas y claro por la noche yo no me podía quedar sola. Me daba miedo cuando se ponía a llover y pensaba que me iba a caer un día y no me iba a levantar del suelo».
Ha trabajado en el campo recolectando lo que se terciaba —«¡mira, mira como tengo las manos de trabajar!»— ha sido muy feliz «con mi pareja» y hasta fumaba «pero lo dejé porque eché una promesa y se cumplió».
Con 366 euros de paga y su casa de alquiler , esta anciana que sólo tiene los achaques propios de la edad, dice que no pudo «meter a nadie para que la cuidara y por eso estoy en un asilo y vengo aquí a este centro en el que me tratan maravillosamente porque me puso en contacto con ellos la asistenta social del centro de salud de Tomares».
Además, como perdió la dentadura postiza una vez que estuvo ingresada en el hospital de Bormujos y tiene que hacerse otra nueva y «revisarme un diente que me ha salido ahora» no le queda más remedio que visitar con asiduidad la consulta de la Fundación.
Dice que está encantada con el trato que le dan y en Montequinto también pero que preferiría estar en su casa.
«Yo no me quejo porque allí están locas conmigo y yo con ellas. Yo me hago mi cama, me lavo sola, recojó la mesa después de almorzar pero hija... que en mi casita estaría mejor ...», relata la mujer con la mirada perdida.
Lo que peor lleva es escuchar los lamentos de algunas compañeras que están enfermas y la comida que le ponen porque ella es muy «delicá» y lo «he sido siempre con mi comida y mis cosas pero qué le vamos a hacer...».
El desayuno es lo que más le gusta y «ya lo demás está bueno y variado pero no son los guisos que yo hago ¿usted me entiende?».
Y así sigue hablando sin parar. Hilvanando su pasado con su presente y esperando poder ir a ver a la Virgen de Consolación de Utrera «cuando cobre la paga doble».
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete