Muere Juan Manuel Pérez Fernández, el soriano que dedicó su vida a la centenaria Casa Palacios en Sevilla
El establecimiento de El Porvenir despide al que ha sido su capitán durante décadas
Casa Palacios estrena terraza con una tarima en la calzada

Casa Palacios se ha quedado sin su centinela, sin ese fiel vigía que controlaba todo lo que ocurría en el centenario ultramarinos mientras ojeaba distraídamente su periódico. Juan Manuel Pérez Fernández falleció la madrugada del lunes a los 88 años de edad y con él se ha llevado la historia de un barrio entero. Tras el antiguo mostrador de caoba ha atendido a tres generaciones de vecinos y ha visto pasar la vida.
Desde que llegó de Soria en la década de los 50 se ha dedicado por entero al negocio que fundó su tío, Blas Palacios, en 1926. Eran los años de las cartillas de racionamiento y la carestía absoluta, con lo que este tipo de negocios cobraba un valor esencial en el día a día de las ciudades. Juan Manuel Pérez Fernández llegó a Sevilla de la mano de otro de sus tíos, Severo, y vino acompañado de sus hermanos, quienes en las décadas siguientes establecieron un auténtico entramado de supermercados diseminados por el barrio de El Porvenir.
Se casó con una gaditana afincada en la capital andaluza, Mercedes Escobar, con quien tuvo tres hijos: Juan Manuel, Victoria y Mercedes. Al fallecer su mujer, Juan Manuel pidió a su primogénito que le acompañara al frente del negocio. Era 1997 y su hijo, actual propietario de la centenaria Casa Palacios, cambió su futuro como químico por continuar el legado familiar.
Desde esa fecha, Juan Manuel Pérez Escobar ha transformado el establecimiento convirtiéndolo en una abacería selecta que nunca ha perdido su función de ultramarinos. Famoso por sus desayunos y por sus papelones de ibéricos, Casa Palacios es hoy un punto de reunión imprescindible en esta zona de la ciudad, capaz de conservar la esencia de todo un siglo sin renunciar a actualizarse a los nuevos tiempos.
Y Juan Manuel Pérez Fernández ha sido testigo de esa evolución ya que, mientras su salud se lo ha permitido, no ha faltado ningún día tras el mostrador de Casa Palacios. Allí miraba atentamente lo que ocurría y no dudaba en dar indicaciones o solicitar que se atendiera al cliente recién llegado. Siempre con una sonrisa y carácter afable, hasta que hace dos meses una lesión en la mano le impidió acudir a su cita diaria con el negocio familiar. Desde entonces su estado de salud se ha ido complicando y el desenlace ha dejado huérfanos no solo a sus hijos, sino a todos esos clientes habituados a verle cada mañana sentado con su periódico, contemplando ufano el buen ambiente que nunca ha faltado en esta esquina de la calle Progreso.
Enamorado de Sevilla y sus costumbres, siempre decía que esta ciudad era el mejor sitio para vivir, anhelando en la distancia su Soria natal, a la que se acercaba a través de sus lecturas y sus recuerdos. Socio del Sevilla Fútbol Club y hermano de La Paz, abrazó con fervor la forma de vida sevillana y siempre supo que su destino marcó un camino sin billete de regreso desde aquel día que conoció Sevilla con tan solo 15 años.
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