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¿Cuántos chinos hay en Sevilla?

Los comunidad china ha crecido mucho en las últimas décadas. A su gran espíritu emprendedor, suman ahora cualificación, cultura y ambición en los negocios. El bazar se quedó pequeño

Hong Zhourong es propietario de un restaurante en Sevilla Este Jesús Spínola

E. BARBA

Emprendedores, disciplinados, endogámicos y también cansados de los prejuicios y los tópicos. Así podría definirse a la comunidad china residente en Sevilla, que supera ya levemente las 4.000 personas y que cría a una segunda generación tras la primera inmigración potente, la de los años 90 al calor del crecimiento económico vinculado a la construcción. Los hijos de aquellos primeros aventureros de la gran migración oriental son ahora jóvenes mucho más integrados, con demandas y roles sociales occidentales, una cualificación muy superior, una mayor iniciativa empresarial pero, sobre todo, un enorme interés por preservar su cultura al tiempo que crecen con la autóctona. Como españoles. Ya no es todo trabajar de sol a sol , tal cual hacían sus padres, y aunque aún falta mucho por recorrer en la vertiente asociativa, sí poseen una conciencia colectiva para reivindicar las raíces y poder desarrollarlas.

La cifra de chinos de la capital andaluza está aún lejos de ciudades como Barcelona , donde son unos 38.000, pero ya es considerable. No obstante, apenas han puesto en marcha organizaciones que los aglutine y coordine de algún modo, pese al enorme sentido de pertenencia a un colectivo muy concreto. Simplemente va en el carácter. En Sevilla, la única asociación que los congrega de alguna manera es el Centro de Cultura China , uno de los tres que hay en Andalucía (Málaga y Granada también tienen), que funciona desde 1997.

Su directora es Liu Ahe , quien llegó a la ciudad en 1993 algo después de hacerlo su pareja, músico de la Sinfónica. Tras varios empleos, comenzó a dar clases y en 1997 se sumó al centro cultural de su país, que había abierto poco antes. Desde entonces, ha vivido en primera persona la importante transformación, en número y roles, de los chinos «sevillanos». Al principio, el colegio contaba con 22 niños de entre tres y diez años. Ahora son unos trescientos . Prácticamente todos son chinos, pero también hay un pequeño porcentaje, entre niños y adultos, de españoles que quieren conocer la cultura del gigante asiático. Allí se enseña historia, idioma, caligrafía... «No hay nada como la educación para acabar con los prejuicios —explica Ahe—. Es la base de todo. Ese conocimiento mutuo es la base y eliminaría los tabúes que lamentablemente siguen existiendo». En este sentido, la responsable del colegio recuerda que se mantienen «algunas leyendas urbanas» sobre la comunidad china «y también actitudes que son dolorosas para nuestros chicos, como el tono o las expresiones que algunos niños siguen usando, como aquello del “chinito”, que para los chicos de mi país es ofensivo. Pasa lo mismo con aquello de que los comerciantes chinos no pagan impuestos . Es falso. Lo que pasa es que el chino suele ser una persona muy pacífica en todos los sentidos, también en el de poco reivindicativo, y al final asume que esas cosas se dicen y nadie se erige en portavoz para defenderse de acusaciones así».

Bazar chino regentado por Lin Khan y su novio en calle Virgen de la Cinta. V. GÓMEZ

Isidoro Romero, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla , dirigió recientemente un trabajo de investigación con un estudiante chino sobre la inmigración china en Andalucía en el que se concluía que casi el 40% de los chinos en edad de trabajar son empresarios y que el 97% de los que no lo son aún tiene en mente serlo. «Tienen una mentalidad muy emprendedora —indica Romero— y quieren tener su propio negocio a toda costa, aunque tengan que hacer un sacrificio bestial para empezar». Al hilo de ello, el profesor recalca que la financiación de esos proyectos empresariales está muy vinculada a la colaboración familiar y de la red de contactos. «La cultura china —dice Romero— entiende muy bien ese capital social entendido como una red de contactos familiares , personales y profesionales que ellos transforman en todo un activo de sus negocios. Tienen unos lazos personales y un sentido de pertenencia a la comunidad muy grandes que les sirven de apoyo para sus trabajos».

Uno de esos ejemplos es el de Hong Zhourong , que llegó a Sevilla en 2006 para empezar a trabajar con sus hermanos en un bazar y gracias a todo ese esfuerzo colectivo logró montar en 2012 un restaurante en Sevilla Este, Oshiro . Paradójicamente, es de comida japonesa. «Ocurre mucho con los restaurantes de comida japonesa —detalla Hong a ABC—, casi siempre somos chinos quienes los montamos. En mi caso, había estado viviendo desde 1990 en Tokyo y conocía ya muy bien ese tipo de cocina. De hecho, antes incluso de irme a Japón yo ya sabía que lo que quería era montar un restaurante en España, y no he parado hasta conseguirlo».

Entre Sevilla y Málaga se concentra el 61% de los emigrantes de aquel país

En el estudio realizado en la Hispalense que pilotó Romero, por otro lado, se señala que, curiosamente, la gran mayoría (el 80%) de los inmigrantes chinos de Andalucía tienen una misma procedencia : la provincia de Zhejiang, y más concretamente las ciudades de Wenzhou y Qingtian . Entre Sevilla y Málaga se concentra el 61% de los emigrantes de aquel país, indicándose que un altísimo porcentaje tiene sólo estudios primarios o secundarios y un conocimiento muy bajo del español. Esto «está cambiando mucho con la generación ya criada en España», según Romero, que subraya la masiva afluencia a las universidades de los hijos de aquellos inmigrantes y su alta cualificación general, por lo que «habrá que ver si mantienen esa mentalidad tan sacrificada y ese espíritu empresarial tan grande de sus padres o buscan otro tipo de inquietudes más propias del occidental. Desde luego, ya no van a aspirar a montar una tienda de “todo a cien” sino que optarán por algo más ambicioso».

En este sentido, destaca el crecimiento y la pujanza de las distribuidoras orientales ubicadas en el Polígono Industrial Carretera Amarilla (PICA) . Según los datos aportados por este parque empresarial, son ya medio centenar las empresas chinas instaladas en sus calles, en las que el trasiego de furgonetas ante esas naves es permanente casi las veinticuatro horas del día. Allí hay sobre todo naves para productos de bazar o hasta de venta directa, pero también cash de alimentación y también empresas relacionadas con la informática. Se trata de establecimientos que evolucionan a gran ritmo , tanto en aperturas como en cierres. Cambio constante. La directiva del PICA apuesta claramente por seguir estrechando vínculos con esta comunidad y, de hecho, se está planteando la celebración del Año Nuevo Chino para incrementar los lazos con los propietarios de esos negocios.

A sus 30 años, Ling Kang también trabaja como intérprete en los juzgados y en una empresa de exportación de vinos. «Cada vez hay más demanda de todo lo que tiene que ver con mi país y eso debemos aprovecharlo», dice, aunque recuerda con tono desenfadado y «sureño» que «hay que hacerlo en la medida correcta, mezclando el trabajo con el ritmo de vida tan estupendo que hay aquí para poder descansar. En China sólo hay siete días de vacaciones por el Año Nuevo y ya está». Con todo, no se olvida de apuntar que se mantienen «muchos prejuicios sobre los chinos, que no gustan demasiado por aquí. También hay que decir que prácticamente todos los chinos que hay en Sevilla vienen de la misma provincia y tienen un carácter muy reservado, no les gusta relacionarse».

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