Los Escolapios, enseñar a ser felices

Hace ya cuatrocientos años de que en 1617 el Papa aprobara la congregación fundada por San José de Calasanz y 250 de la canonización de su fundador. Desde entonces esta orden con vocación por la enseñanza pública lleva educando a chicos y chicas. El colegio de Los Escolapios de Sevilla, que tiene 128 años , de los que los últimos cuarenta los ha pasado en su actual ubicación de Montequinto, guarda el sello (y parte de los azulejos) de su antigua ubicación en Escuelas Pías, en la plaza Ponce de León.

Pero, sobre todo, sigue, según el padre Juan José Aranguren, director del centro que educa a niños de 3 años a Bachillerato, conservando la identidad de los 50 centros que tienen en España. Basada en los mismos principios de su fundador, San José de Calasanz, que consisten en poner al alumno en el centro de la tarea educativa.

Ellos siguen esa línea pero también, como explica Alberto Cantero, escolapio laico, con la idea de innovar cuatrocientos años después.Acogen alumnos de todas las clases sociales aunque muchos proceden «de un barrio muy popular». Respetando la libertad de las familias ya que muchos de los niños que llegan al colegio, se acercan por primera vez al Evangelio . Practican un modelo nuevo que responda a las necesidades apostando siempre por la escuela pública con detalles novedosos. Por ejemplo, sus alumnos han dejado de ver las espaldas de sus compañeros para sentarse cara a cara en pequeños grupos. E insisten en que no sea todo memorización en las aulas.

Las claves de la innovación no son sólo las nuevas tecnologías ya que éstas son para Los Escolapios «un medio para poder aplicar un cambio en los tiempos e incluso en las formas». Eso supone que la educación tenga sentido y «conecte a las personas con su entorno». Y que, en una sociedad en la que cada vez se exige más competencias, den respuestas a esas necesidades. Las nuevas tecnologías ofrecen a los alumnos una posibilidad de trabajar también fuera del aula y que las familias se impliquen en la formación de los niños.

Los Escolapios creen que el niño debe entender que los deberes son los medios para adquirir competencias y habilidades en las que no va a estar sólo. El padre Aranguren y Alberto Cantero coinciden en que esa ayuda de los padres «no viene mal» . Pero tampoco son partidarios de que las nuevas tecnologías o los padres «suplan el esfuerzo que debe hacer el alumno». Y mucho menos que «secuestren la responsabilidad del niño».

En este sentido, Cantero recuerda que hay «una gran presión social» para que los niños tengan curriculums completísimos con varios idiomas y que eso provoca que las familias vayan «presionando estresando» cada vez más a los escolares. «Les estamos exigiendo historiales que antes no teníamos; hay que bajar un poco esa presión», dicen recordando que algunos se ven obligados a elegir la misma carrera de su padre o aquella que lleva al éxito social. Y recuerdan que también es necesario que se equivoquen porque el proceso de aprendizaje también se basa en corregir lo que se va haciendo mal. « El niño no tiene porqué se perfecto porque además es imposible» , afirma Cantero afirmando que nunca hay que olvidar que siguen siendo niños y que «la mejor forma de aprender es jugando».

Por ello ponen al niño como protagonista de ese aprendizaje. Una filosofía que implica una educación de calidad pero flexible con la diversidad y que acompañe al niño en el proceso de hacerse persona. «El objetivo es que sean felices , que descubran su vocación, su trabajo y su lugar en la vida, pues así serán más eficientes en su trabajo». Y se evitará la frustración.