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La fascinante historia de las naranjas de Sevilla

Una confitura elaborada con el fruto del naranjo salvó la vida a cientos de marineros

Naranjas amargas frente a la Catedral de Sevilla ABC

ANTONIO PERIÁÑEZ

Si hay una estampa característica de la ciudad de Sevilla es sus naranjos en flor cuando llega la primavera, que bañan cada uno de sus rincones con el perfume inconfundible del azahar . De hecho, en la actualidad hay un total de 40.000 ejemplares de este árbol repartidos por toda la geografía urbana, desde emblemáticos edificios como la Catedral hasta las aceras de los barrios extramuros.

La historia de la naranja amarga de Sevilla podría ser tan antigua como la propia Hispalis . La memoria colectiva de la ciudad apunta a la mitología clásica, a la figura de Hércules, el semi-dios que robó la «manzana de oro» del Jardín de las Hespérides . Eso cuenta la leyenda, aunque la información más fiable señala a los mercaderes genoveses como los introductores de este fruto en Europa.

Sin embargo, la eclosión de este frutal a orillas del Guadalquivir se debe al periodo andalusí ; aunque esta parte de la historia también tiene sus fake-news. Popularmente se piensa que el célebre Patio de los Naranjos de la Catedral de Sevilla tiene su origen en la antigua mezquita árabe . Según uno de los mayores expertos en arabismo de la Universidad de Sevilla, Rafael Valencia , esta teoría no es cierta.

«En época árabe había naranjos en el área de Sevilla, en el Patio de los Naranjos, en época árabe no había naranjos, es de implantación posterior» afirma Valencia. No obstante, este experto en arabismo sí que reconoce el papel fundamental que jugó este árbol como elemento ornamental en la Isbilya de Al-Andalus , como se traduce en multitud de textos de la época.

De hecho, había hasta diez palabras que hacían referencia a la naranja. Incluso textos del siglo XI hablan de la supuesta mala suerte de las naranjas amargas .

Flor de azahar ABC

« En el norte de África se conserva todavía una palabra para decir naranjo que es shin, que es China, que eso en la herencia cultural de Sevilla son las naranjas de la China , reconociendo al final lo que son los cítricos, en su viaje desde Asia hasta el Guadalquivir». De esta época han quedado también acepciones como «toronja», que la Real Academia de la Lengua reconoce como pomelo, otro cítrico de olorosa flor.

Las naranjas que salvaron a los marinos

El olor a azahar no depende únicamente de los naranjos. El árbol del cidro que es el primero con toda seguridad que viene de oriente se empleaba únicamente en la Alta Edad Media como aromatizante en la cocina y para perfumería. «La flor del cidro tiene el mismo olor que los naranjos amargos de la antigua puerta de la Capitanía general en la plaza de la Gavidia, al lado de la estatua de Daoíz que son los que huelen más de toda Sevilla» indica Rafael Valencia.

Según este profesor de la Universidad Hispalense y director de la Real Academia de las Buenas Letras de Sevilla, el gran éxito de las naranjas amargas de Sevilla y su exportación hacia Inglaterra para hacer la mermelada real se debe a una corriente comercial del siglo XVIII .

En sus campañas navales, « los ingleses descubren que en los barcos, llevando cítricos fermentados con azúcar, para asegurar su conservación, evitaban el escorbuto , principalmente en las rutas marítimas por la costa oriental africana» explica Rafael Valencia. Esta enfermedad, que provocaba fuertes hemorragias en los marineros, se debía a un déficit de vitamina C.

Lo que el naranjo aporta a la ciudad

Patio de los naranjos de la iglesia del Salvador ABC

El naranjo, como especie aporta una belleza tremenda, tanto por las naranjas por el azahar, característico de Sevilla. Además es un árbol que puede limpiar el ambiente de la contaminación de los coches, un buen filtro incluso para el ruido . Sus hojas son grandes captadores de dióxido de carbono. Además, contribuye a dar cobijo a numeros aves, como el herrerillo, explica a ABC el catedrático de Ecología de la Universidad de Sevilla, Enrique Figueroa .

También, indica Figueroa, puede ser un gran aliado en los meses estivales como refugio ante las altas temperaturas. Sin embargo, en Sevilla «falta sombra. Para que el naranjo contribuya al confort térmico de la ciudad tiene que ser de una copa muy grande, sobre todo no ser podado . La costumbre de podarlo de forma redonda priva de un mayor espacio para la sombra, y de tal forma, priva a las calles de la ciudad de un espacio aclimatado».

Por ello, este profesor de la Hispalense propone la plantación de grandes hileras, en paralelo, de naranjo para crear pasillos de sombra por la ciudad , aprovechando que es un árbol que consume poca agua, que se ha adaptado muy bien al clima de Sevilla y que puede ser usado mezclado con más especies.

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