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REPORTAJE

José Antonio González, el ciclista que perdió la vista y el miedo

Este sevillano ha asombrado al mundo del deporte y de la medicina; pese a tener dañado el cerebelo y quedarse ciego ha conseguido dar la vuelta a Andalucía y aspira a dar otra por todos los continentes

Manuel Navas y José Antonio González, en tándem en uno de sus entrenamientos por Mairena del Aljarafe ABC

MARÍA JOSÉ MORÓN

«Estaba seguro de que iba a morir», dijo José Antonio González , semanas después de superar un grave accidente de coche en la Cuesta Cross de San Juan de Aznalfarache. Este sevillano estuvo a l borde de la muerte cuando tenía 24 años y su historia de superación ha emocionado al mundo del deporte y de la medicina 26 años después.

Para muchos el 92 es el año de la Exposición Universal, pero para otros fue un gran punto de inflexión en su vida. « Me quedé dormido al volante, o eso creo, no llevaba el cinturón de seguridad , me salí de la cuneta y listo, mi cabeza se quedó atrapada en el techo del coche», explica inquieto y sin tapujos mientras recuerda el infortunio. Despertó del coma un mes después, pero no podía andar, ver, ni escuchar y tenía la boca totalmente cosida con puntos. «Era un auténtico vegetal. Tanto los fisioterapeutas como los maxilofaciales hicieron conmigo una verdadera obra de arte».

Poco a poco fue recobrando la audición y la movilidad con meses de esfuerzo y trabajo, pero no la visión. Además, tenía ciertos problemas con el equilibrio y la coordinación porque la lesión también le afectó al cerebelo. «En aquel entonces jugaba al rugby y tenía fracturas con frecuencia. Pensaba que se trataba de otro accidente más, una vez que me iba recuperando, y que iba a poder ver de nuevo».

«Me reía de la vida»

De hecho, el año 92 lo terminó mucho mejor de lo que lo empezó: conoció a su mujer en un viaje a Marruecos . Aún era muy dependiente, pero no lo dudó cuando se lo plantearon sus amigos. «En el grupo iba una chica que no conocía y mis colegas querían que la ayudara a regatear mientras paseábamos por el zoco, y así surgió todo. Isabel, que así se llama, lo primero que pensó es que «con todo lo que tenía encima, me reía de la vida». Y es que cambió su forma de pensar, « de creerme muerto a estar tomándome un té en el vecino país ».

Esa valentía y positividad que desprendía se truncó dos años más tarde, al tener que aceptar que se quedaría ciego para siempre . «Tuve una depresión de caballos y la gente me decía que era normal porque no había tenido duelo». Fue un momento crucial para parar y plantear las cosas. Tenía que considerar con qué podía vivir y la « resiliencia », un concepto que tienen los psicólogos para conocer las virtudes y capacidades de cada uno y, por supuesto, potenciarlas.

Obediencia ciega y nunca mejor dicho. José c omenzó a practicar ciclismo en tándem . «Me fui al Algarve e hice el Camino de Santiago y me enganché. Es el aspecto de normalización más grande que tengo». Durante todo este tiempo se ha sacado la carrera de Psicología y el Doctorado , y se ha preparado por libre las oposiciones de la Junta de Andalucía. Lleva diez años siendo funcionario y asegura con vehemencia que todos los días se pelea con la Consejería de Igualdad porque no cuenta con un puesto de trabajo accesible. « Si no tuviera el ciclismo, caería de nuevo en depresión . Es lo que me mantiene en pie, junto a mi mujer y mis dos hijos».

El tándem perfecto

Hace cinco años se tomó el ciclismo más en serio y acude a las competiciones con regularidad. Ya ha realizado con éxito la marcha « Quebrantahuesos », que atraviesa los Pirineos hasta la vertiente francesa y vuelve a España tras 198 de kilómetros y con un desnivel acumulado de 3.500 metros. También ha dado la vuelta a Andalucía (1.100 kilómetros) en beneficio de la Asociación de Daño Cerebral Adquirido de Sevilla (Dace), de la que es presidente, y se prepara para « Huelva Extrema », una ultramaratón de BTT que se celebra el 14 de abril y que parte de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche para en Mazagón. «Todo esto sería imposible sin un piloto comprometido».

Manuel Navas es uno de los tres pilotos de José, deportista nato y gran persona. Lo conoció hace tres años en el Club de Ciclismo de Mairena del Aljarafe y quiso ser su compañero, aunque la tarea no iba a ser fácil. «Es un hombre de admirar, una máquina imparable y muy cabezón», dice con humor, al tiempo que afirma que « quiere dar la vuelta al mundo en tándem ».

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