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FALLECIÓ DESPUÉS DE QUE LE PUSIERAN UNA INYECCIÓN,

«Llevo un año sin saber por qué murió mi padre en el Virgen Macarena»

La familia Carballar alaba la transparencia de un hospital madrileño tras la detención de una auxiliar por la muerte de una paciente

La mujer y las hijas de José Luis Carballar RAÚL DOBLADO

AMALIA F.LÉRIDA

Si hace un año la esposa y las hijas de José Luis Carballar Crespo estaban agotadas, angustiadas y desesperadas por la muerte fulminante de este hombre después de que una enfermera le pusiera una inyección, a horas de que le dieran el alta, hoy están igual pero además, indignadas.

El 6 de septiembre hará un año del luctuoso suceso que está en sede judicial, concretamente a la espera del informe de la Policía de Homicidios, y aún no se sabe qué ocurrió no sólo por el proceso en sí y la investigación, que necesita su tiempo, sino porque «el hospital no ha mostrado el más mínimo interés ni por el estado emocional de mi familia ni, por supuesto, en esclarecer de forma limpia y transparente lo que le ocurrió a mi padre», dice Raquel, una de las hijas del difunto.

Pero la familia no sólo está abatida y enojada por este desamparo. Una noticia que se dio a conocer el pasado jueves ha venido a aumentar más aún, si cabe, su sufrimiento .

Se trata de la detención en Alcalá de Henares de una auxiliar de Enfermería del hospital Príncipe de Asturias, acusada de matar a una paciente de 86 años que estaba a punto de recibir el alta médica. La trabajadora está en prisión provisional sin fianza y todo apunta a que le administró a la anciana un inyectable que la mató por una burbuja de aire.

Al conocer esta noticia, la familia Carballar se acordó del caso de José Luis. «Alabamos la rápida intervención del hospital madrileño y su transparencia e implicación por conocer los motivos del fallecimiento de la enferma, teniendo resultados concluyentes en sólo una semana. En el caso de mi padre, que el próximo día 6 de septiembre cumplirá un año de su fallecimiento, por supuesta negligencia médica al administrarle una enfermera del Virgen Macarena de Sevilla por vía intravenosa un inyectable del que a día de hoy desconocemos su composición y que le provocó la muerte instantánea, el hospital, en ningún caso se ha mostrado colaborador en ningún aspecto con la familia, teniendo que personarnos en varias ocasiones con nuestro abogado, Francisco Javier Garoña , para que nos facilitaran informes médicos y demás información farmacológica administrada durante los días de permanencia de mi padre en dicho hospital», asegura a ABC.

Recuerda que fue ingresado para ser intervenido por laparoscopia, de un adenoma de recto totalmente localizado, y tras una exitosa intervención y seis días de hospitalización, estaba a horas de recibir el alta».

Además dice que «denunciamos el trato del hospital en cuanto a no mostrar ni el más mínimo interés en el estado emocional de la familia ni por supuesto en esclarecer de forma limpia y transparente lo ocurrido a mi padre» y lamenta que se hayan encontrado, «con un sistema sanitario que desconocíamos y del que nunca imaginamos tanta crueldad y frialdad en sus actos y sus formas de proceder intentando tapar lo ocurrido».

«Ni tan si quiera —sigue Raquel— ha habido un mínimo de empatía en los 39 días que mi padre permaneció en las cámaras frigoríficas del hospital sin poder recibir sepultura a la espera, de que el juzgado autorizara una segunda autopsia que fue denegada finalmente hasta en dos ocasiones».

Afirma que en la actualidad «estamos a la espera del informe de la Policía de Homicidios , en el que tenemos puesta toda nuestra esperanza, ya que su conclusión seguro aportará luz a este túnel en el que estamos inmersos desde aquel fatídico día en el que perdimos a mi padre de esta forma cruel».

Hay que recordar que tras los hechos, la viuda de José Luis, Isabel López, afirmó que «estoy convencida de que a mi marido le pusieron una inyección letal porque yo vi cómo dejó de respirar». Isabel relató entonces que su marido estaba aquel día tan «campante, desayunando, bromeando, afeitándose y perfumándose y que en quince minutos pasó a estar muerto en una funda de plástico con cremallera» después de que la enfermera le pusiera una inyección y el gritára: «¡Niña, qué me has puesto, que me quema, me quema...!».

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