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FERIA

Muere Vicente Bañuls, el rey de la calle del Infierno

El empresario sevillano renovó el sector viajando al extranjero y trayendo nuevas atracciones para las ferias de toda España

Sus dos hijos varones continúan con la saga familiar de feriantes, que inició su abuelo valenciano

Vicente Bañuls López ABC

M. J. PEREIRA

El sábado 22 de abril fue un día triste para los empresarios de las atracciones de feria. Falleció a los 68 años de edad el sevillano Vicente Bañuls López , un figura respetada y admirada dentro del sector, un «feriante» que siguió la estela empresarial que inició su abuelo valenciano, Vicente Bañuls Cruañez, así como de su padre Miguel Bañuls Arenas . Vicente deja cuatro hijos -Vicente, Miguel Ángel, María y Rosa María-, dos de los cuales se han convertido ya en un referente de los empresarios de atracciones de feria.

La calle del infierno llevará esta Feria de Abril un brazalete negro en señal de luto por quien se preocupó en los años 80 de viajar al extranjero para traer hasta Sevilla las atracciones de feria más novedosas, unos «cacharritos» que enloquecen a niños y jóvenes, y que están asociados a los recuerdos de infancia de numerosas generaciones de andaluces.

Rosa Sañudo, viuda de Vicente Bañuls, recuerda que el primer Bañuls que se dedicó a las atracciones de feria fue Vicente Bañuls Cruañez , original de la localidad valenciana de Jalance. Al estallar la Guerra Civil, coincidiendo con la feria de Zarza, la familia Bañuls se vio obligada a refugiarse en Cartaya, donde finalmente se asentó. «En los años 30, Vicente Bañuls compró su primera atracción, un volador, y con ella hacía las ferias de todos los pueblos. Después adquirió otra atracción llamada, el girasol», relata Rosa.

«El volador»

Tres de los siete hijos de Vicente Bañuls Cruañez -Miguel, Enrique y Fernando Bañuls Arenas- terminaron dedicándose también a las atracciones de feria. Comenzaron con las atracciones « el balancín» y «las barcas» en 1941, comprando «el volador en 1944, «el tren talgo en 1950 , «la ola marina» en 1954, «el tren de la bruja» en 1957, «el látigo» en 1958, «el gusano loco» en 1972, «el Guli-Guli» en 1975 y una montaña rusa tradicional en 1981.

Al principio no había caravanas y los feriantes vivían en casetas que montaban y desmontaban cada feria, cargando hasta los colchones en los camiones. Sólo años después los Bañuls construyeron ellos mismos las primera caravanas para vivir en ellas durante las ferias de los años 50.

Uno de los hijos de Miguel, Vicente Bañuls López (Sevilla, 1948), trabajaba ya con su padre con 15 años, justo cuando conoció a quien sería su esposa, Rosa Sañudo Adame, que entonces tenía 13 años. «La primera pista de coches de Vicente la construyó con 15 años, con su tío Emilio López, y llegó a tener cuatro pistas de coches que movía por toda Andalucía. Vicente trabajó con su padre hasta mediados de los 80, cuando se independizó», cuenta Rosa Sañudo.

Vida en caravanas

Vicente Bañuls, que acaba de fallecer, dio un giro al negocio al comenzar a viajar en los años 80 al extranjero para llevar a la Feria de Sevilla las atracciones más novedosas, como «Top Gun ». Su esposa recuerda que algunos años después dejaron las caravanas y fijaron su residencia en Sevilla, moviendo las atracciones de abril a septiembre. «Durante seis meses la familia se trasladaba a vivir -dice Rosa Bañuls Sañudo, hija del fallecido - a las caravanas, cada vez con más comodidades, para hacer las ferias de Sevilla, Jerez, El Puerto, Algeciras, La línea de la Concepción, Ceuta, Almería o Murcia. Los niños nos incorporábamos a las caravanas al acabar el colegio»

Cuando finalizaba la temporada de ferias, Vicente Bañuls López se dedicaba todo el invierno a reparar las atracciones y ponerlas a punto, de modo que estaban como nuevas cuando comenzaban las ferias en primavera. «Él no escatimaba en seguridad porque son atracciones de máximo riesgo. Cuando sus atracciones funcionaban no había ni una bombilla fundida», asegura su hija Rosa María. «No por ser feriante Vicente era poco organizado. Todo lo contrario. Era muy luchador, innovador en su sector y por eso era un hombre muy respetado y admirado por los feriante», añade su hija Rosa.

Vicente Bañuls López -explica su familia- no se había jubilado aún y continuaba con el negocio de las atracciones. De hecho, en el momento de su fallecimiento estaba montando en la calle del Infierno dos «Top Gun». «Él tenía a gala ser feriante porque llevaba el mundo de la feria en la sangre», asegura su esposa. Dos de los hijos del finado, Vicente y Miguel Ángel, siguieron sus pasos y hoy están presentes en las ferias de toda España.

La noria más alta de España

Su hijo Vicente Bañuls Sañudo es un potente empresario de atracciones de feria. Por otra parte, su hijo Miguel Ángel tiene la noria portátil más grande de España (70 metros de altura), que costó 4 millones de euros y cuenta con 42 cabinas con visión panorámica y 20.000 bombillas Led. Ahora, Miguel Ángel ha propuesto en Málaga invertir 35 millones de euros a través de la sociedad Meredyt para instalar otra de 100 metros de altura, sólo 35 menos que el London Eyes. La familia ha llegado a tener en funcionamiento hasta 15 atracciones de feria en toda España.

El apellido Bañuls ha quedado indisolublemente unido al mundo de las atracciones de feria. Además, de Miguel Ángel y Vicente Bañuls Sañudo, siguen en el negocio otros descendientes del abuelo Vicente Bañuls Cruañez, tales como Miguel Ángel Bañuls López, Enrique Bañuls Bayo, Manuel Jesús Bañuls Bayo y Fernando Bañuls Rodríguez. Ellos manejan los hilos de numerosas atracciones en España, como « King Loop», «Projeft1», la montaña rusa «Selva encantada», «ratón vacilón», «ala delta» o «jet Star».

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