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Plácido Domingo: «El resto del mundo cree más en España que los propios españoles»

«Sería fantástico que en España se pudiera desgravar por aportar dinero para la ópera, como ocurre en otros países»

«Estoy deseando volver a actuar y dirigir en el Teatro de la Maestranza de Sevilla», dice el cantante y director de orquesta

El tenor y director, Plácido Domingo EFE/ QUIQUE GARCÍA

M. J. PEREIRA

Plácido Domingo (Madrid, 1941) cierra mañana lunes, con Macbeth, la temporada del Teatro Real. De Madrid se irá a Verona para hacer una gala de zarzuela y después a Astana, en Kazakstan, donde su concurso Operalia celebrará sus bodas de plata. A sus 76 años, este cantante y director de orquesta parece incombustible. Ahora aprovecha su estancia en Madrid para reunir a sus primos hermanos, hijos y nietos. En agosto, como cada año, tomará dos semanas de vacaciones en su casa de Acapulco. Le acompaña desde hace 54 años Marta Ornelas, la soprano y directora de esecena que dejó todo para seguirle y retomar su carrera cuando sus hijos crecieron. «Mi esposa ha sido mi inspiración, mi fortaleza, mi consejera y compañera. La unión hace la fuerza y la comunicación entre nosotros es sólida. Somos ejemplares de un matrimonio tradicional», confiesa el cantante.

-El Ayuntamiento le ha nombrado Hijo Adoptivo, entre otras cosas por participar en la programación artística de la Expo 92, de la que ahora se cumple el 25 aniversario. ¿Cuándo vendrá a recoger esta distinción?

-Estoy buscando una fecha en el mes de diciembre de este año para ir a Sevilla si Dios quiere. Participar en la programación artística de la Expo en Sevilla en 1992 fue un privilegio.

-¿Qué le une a Sevilla, además de su amistad con las hermanas Cobo?

-Sin duda alguna que la amistad con Carmen e Isabel, y también con Manolo (en referencia a Manuel de la Lastra, Marqués de Benamejí), es el cimiento de nuestra entrañable relación con Sevilla, pero las memorias y las vivencias en ese magnífico Teatro de la Maestranza me hacen siempre recordar y añorar esta ciudad. No hay duda de que «Homenaje a Sevilla», aquel programa de televisión que realicé en los 80, en el que se celebraban varias de las óperas más famosas que fueron inspiradas en la ciudad de Sevilla, me trae muy gratos recuerdos e inmortalizó mis andares y paseos por la capital andaluza.

-En 1991 se inauguró el Teatro de la Maestranza. ¿Sevilla le ha sacado partido a ese teatro?

-Yo creo que sí. Por lo menos, a juzgar por las veces en las que he estado en el Maestranza. Siento con orgullo y certeza que es un teatro de tradición, con un público establecido y conocedor. Con cuatro o cinco producciones por temporada y un número fijo de conciertos sinfónicos al mes, ballet, recitales líricos y zarzuela. Creo que el teatro está perfectamente bien aprovechado y justificado.

-El teatro de la Maestranza depende de las aportaciones de la Junta y el Estado, algunas de las cuales llegan con retraso.

-Yo llevo muchos años de director del Teatro de la Ópera de Los Ángeles y es factible gracias a la iniciativa privada. Todos nuestros patrocinadores aportan cantidades importantes porque pueden desgravarse de sus impuestos. Eso es algo que se hace mucho en EEUU. Por eso la gente da tanto dinero a los hospitales, a los museos, a la ópera, a las sinfónicas... Si en España se pudiera desgravar por aportar dinero para la ópera sería fantástico. Taquilla, Estado y patrocinadores deberían ser las tres patas de financiación de la ópera. La ópera no es rentable en ninguna parte del mundo. La ópera pierde dinero porque es un espectáculo muy caro y no hay ningún teatro de ópera que viva de los ingresos por taquilla. Las cantidades que recibe del Estado la Staatsoper de Viena son increíbles, son cantidades escalofriantes...

-España sigue sin aprobar la Ley de Mecenazgo.

-Es una pena que no se le otorgue a la empresa privada los beneficios que inspirarían mucho apoyo a la cultura y a las artes en España. Es algo que existe y funciona muy bien en EEUU y que permite que la cultura y las artes se sostengan de una manera tan sólida, independientemente de los apoyos o no gubernamentales.

-Sevilla ha inspirado más de 150 óperas pero apenas saca partido a títulos como «Las bodas de Fígaro», «El barbero de Sevilla» o «Carmen». ¿Cuáles de ellas deberían estar fijas en la programación de ópera de la ciudad?

-Ciertamente, las más clásicas se deberían presentar más a menudo de manera rotatoria, trayendo, por ejemplo, la «Carmen», «el Barbero» y «Las Bodas» cada dos años. Yo creo que teniendo tantas óperas que suceden en Sevilla se debería producir al menos una cada año: «Carmen», «María de Padilla»... y repetir una de mucho éxito cada cuatro o cinco años. Pero no sé cuál es la situación económica del Maestranza y por ello no puedo juzgar a un director de teatro u organización sin saber qué es lo que económicamente pueden hacer y cómo responde el público.

-Tampoco se ha representado en Sevilla la única ópera de Verdi con temática sevillana, «La Fuerza del Destino», cuya primera parte discurre en el Altozano. sevillano.

-Quizás podrían pensar en una producción nueva para el 2022 para conmemorar los 160 años de su debut.

-La última vez que actuó en Sevilla fue en 2012, con «Thaïs». ¿Por qué lleva tanto tiempo sin venir?

-No es por falta de ganas. Me gustaría volver pronto a cantar o dirigir ópera en Sevilla. Si no ha sido así es por una falta de comunicación con el Teatro de la Maestranza... y con el tiempo pasando tan rápido, tengo que rellenar mi agenda donde me llaman. Ha habido una continuidad en mi relación con teatros como el Metropolitan, Viena, la Scala, Londres, Valencia... pero con el Maestranza no la ha habido. Por otra parte, tengo la responsabilidad de dirigir el Teatro de Ópera de Los Ángeles. Esas embajadoras extraordinarias de Sevilla que son las hermanas Cobo me hablaron para saber si tenía tiempo pero todos los teatros se mueven con tres o cuatro años de antelación. Yo también estoy en un momento en que no sé cuántos años voy a cantar. No era como antes. Ese es el problema. Podría hacer un plan para la temporada 2019-20 pero ya me entran los nervios al preguntarme si estaré o no cantando todavía, pero bueno, también es verdad que si no hacemos el plan no volveré a Sevilla.

-¿Con qué repertorio le gustaría volver a Sevilla?

-Con el repertorio verdiano de barítono. Estoy haciendo mucho el «Macbeth», el «Don Carlo», como el marqués de Posa; el «Nabucco», el «Simón Boccanegra»...

-Usted empezó con 18 años como barítono y pasó a ser tenor. Ahora se ha reinventado como barítono. ¿Se siente a gusto en los nuevos papeles que interpreta?

-Me siento muy bien. He encontrado en los papeles de barítono, y especialmente en los de las óperas de Giuseppe Verdi, como lo son «Simón Boccanegra», el Germont de «La Traviata», «Nabucco», «Macbeth», Francesco Foscari en «I due Foscari» y más recientemente Rodrigo, Marqués de Posa de la opera «Don Carlo», papeles dramáticamente muy ricos, nobles y paternales; en el caso de «Macbeth», inclusive una víctima inocente de las influencias de Lady Macbeth. Barítonos altos que se sientan apropiadamente a mi voz actual.

-¿Para cuándo un papel de malo como barítono?

-Me imagino que se refiere a «Iago» y a «Scarpia». Los dos villanos que más me han hecho sufrir cuando era tenor. No los pienso interpretar jamás. Lo consideraría una traición a Otello y a Mario Cavaradossi, papeles simbólicos que tantas satisfacciones me han dado.

-¿Qué compromisos profesionales tiene de aquí al próximo año?

-Seguiré en los escenarios mientras mi cuerpo y mi voz aguanten, hasta que yo me sienta bien de facultades y el público esté complacido. Mi vida es el escenario. Espero poder seguir dirigiendo ópera y música sinfónica. Sigo felizmente comprometido con la Ópera de Los Ángeles y veremos qué me ampara Madrid, mi ciudad natal a la que quiero volver año tras año.

-¿Le gustaría llegar a dirigir el Teatro Real?

-En España es difícil hacer a todo el mundo feliz si se tiene una responsabilidad como la dirección del Teatro Real. Si tuviera la oportunidad dirían: ¡ah, mira, Plácido se pone a cantar y a dirigir!

-¿Le quedan aún muchos sueños por cumplir profesionalmente?

-Celebrar los cincuenta años de mi debut en el Metropolitan Opera de Nueva York es una ilusión muy grande que espero celebrar entre el otoño y el invierno de 2018/2019. También me gustaría llegar a los 150 papeles en mi repertorio. También quisiera seguir grabando repertorios variados entre ópera y otros géneros.

-¿Cómo ve desde EE UU la situación en España, con la inestabilidad política, casos de corrupción en todos los partidos...?

-La realidad es que todo el mundo cree más en España que los propios españoles. España tiene una posición mucho mejor que la que los españoles creen. Los españoles criticamos más a nuestros país que cualquier otra nacionalidad. España está en un momento importante. Es una de las naciones más importantes de Europa y así está considerada. Ya deberíamos haber escarmentado después de haber estado casi un año sin gobierno y viendo que la economía está bien, deberíamos esperar a las elecciones de 2019. No me gustaría ver a España otra vez sin Gobierno. Los candidatos de algún otro partido a lo mejor algún día llegan a presidente, pero tienen que prepararse bien. La responsabilidad ahora de la oposición es cooperar por el bien de España, ayudar al país, pero no crear más líos, generar más gastos... Eso no quiere decir que deban aclararse los casos de corrupción. Nos ayudaría mucho que la justicia sea más rápida.

-¿Usted tiene doble nacionalidad: española y mexicana? ¿En qué país paga sus impuestos?

Soy sólo español. No tengo nacionalidad mexicana aunque México sí conserva un buen pedazo de mi corazón. Sigo teniendo mi base en Nueva York y mi responsabilidad fiscal es donde más tiempo paso al año, que suele ser EE UU.

-Actualmente vive en EE UU y está vinculado a México. ¿Qué opina de la política migratoria de Trump?

-Estados Unidos está formado por migrantes y todo lo bueno que conserva lo ha forjado e implementado el migrante. Se calmarán las cosas.

-¿Trump terminará el muro con México y lo pagarán los mexicanos?

-No creo que se construya el muro y ciertamente no lo pagará México. Las discusiones sobre el muro podrían llevar más de cuatro años y para entonces podría haber cambios en la Casa Blanca.

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