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COMERCIOS

Quince días para desmantelar los quioscos ilegales de las Tres Mil Viviendas

Los vecinos ya tienen la notificación del Ayuntamiento de Sevilla para abandonarlos

Isabel Montesinos, junto a su hija RAÚL DOBLADO

ELENA MARTOS

Los servicios públicos de limpieza y transporte pasan con poca frecuencia por las Tres Mil Viviendas , pero los repartidores de golosinas y frutos secos hacen la ruta a diario. Surten los más de treinta quioscos ilegales que funcionan en el barrio y que son prácticamente la única actividad que se presta como alternativa a la venta de droga.

Los negocios son totalmente ilegales, alojados en pequeñas casetas en los bajos de los edificios, en instalaciones portátiles o en caravanas apostadas en los aparcamientos. Son ilegales, pero cada uno de ellos dan da comer a varias familias con un buen número de menores a cargo sin recurrir al narcotráfico.

El Ayuntamiento de Sevilla quiere terminar con esta actividad irregular y reubicarlos en los locales comerciales que tiene previsto construir más adelante, aunque todavía sin un plazo, pero ya ha enviado las notificaciones a los propietarios de estas tiendas de desavío, como asegura a ABC el presidente de la Asociación de Vecinos Martínez Montañés , Rafael Pertegal . «Me parece bien que se quiera legalizar ese comercio, pero no lo quites sin dar una solución», se lamenta tras explica que «muchos dependen de esos puestos para vivir y, si no los tuvieran, estarían en la droga o vete tú a saber».

Conchi, una de las vecinas que regenta un quiosco RAÚL DOBLADO

Conchi es una de ellas. Todavía con el quiosco abierto y sin intención alguna de abandonarlo, explica que lleva nueve años vendiendo golosinas. Comenzó con una mesa de playa en una esquina, luego compró una caravana y ha terminado construyendo una caseta en el bajo de su edificio. « Estuve en la cárcel por vender droga y no pienso volver a eso . Tampoco quiero que mis hijos se críen así, porque eso abro cada día, es mi pan y no voy a dejarlo porque no estoy haciendo nada malo», explica. Esta vecina de Las Vegas es consciente de que trabaja al margen de la ley y se muestra dispuesta a pagar un alquiler e incluso a darse de alta como autónoma. «Te prometo que no me niego a eso, pero que nos den una solución antes de quitarnos nuestros quioscos».

Isabel Montesinos , que tiene la caravana instalada en la misma calle, no quiere ni oír hablar del asunto. Con 78 años y enferma, sigue al pie de su negocio. «Con esto he sacado a mis hijos adelante y ahora les sigo ayudando. ¿Qué vamos a hacer si nos lo quitan? Nos moriremos de hambre», dice. Explica que además de llevar el pan a su casa ayuda a muchos de los vecinos y saca el cuaderno en el que tiene los pedidos pendientes como prueba. «Yo fío a todo el que lo necesita. No voy a dejar a nadie sin comer porque no pueda pagarme ese día», señala.

La orden ya está enviada, otra cosa será la manera de dar cumplimiento, pero los vecinos de las Tres Mil lo tiene claro: «Ni un puesto se va a quitar, porque el barrio se va a convertir en un desierto sin ellos y habría que salir fuera para comprar hasta una barra de pan».

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