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El sector, en la encrucijada

El taxi busca rentabilidad con nuevas tecnologías y bonos para jóvenes

El convenio recién firmado entre taxistas y Ayuntamiento consagra un plan de modernización para afrontar las nuevas demandas y luchar contra el intrusismo

Los taxis afrontan importantes retos en los próximos meses de cara a su supervivencia ABC

EDUARDO BARBA

Se celebra estos días en Sevilla la Semana Europea de la Movilidad , con la que el Ayuntamiento pretende concienciar aún más a la población del uso del transporte público. En este sentido, y aunque el taxi no forme parte de este certamen, también se lleva trabajando varios meses en un plan de modernización del sector .

El convenio que lo sustenta, de hecho, se ha rubricado este mismo verano y viene a responder a las nuevas necesidades de los clientes y a los avances tecnológicos que se van imponiendo, pero de manera preponderante también a los problemas que sufre este servicio público, que a duras penas ha podido lidiar la crisis y que en la capital andaluza presenta aún un amplio margen de mejora.

Se encuentra, claramente, en una importante encrucijada, de ahí ese convenio marco entre el Ayuntamiento y las dos asociaciones mayoritarias del sector: la Unión Sevilla del Taxi y Solidaridad del Taxi. El documento fija los compromisos hasta 2019 y recoge iniciativas singulares en busca de la «prestación de un servicio acorde con una ciudad turística de excelencia» y que bate records de visitantes mes a mes, como cursos de formación para aprender idiomas y conocimiento de la historia, arte y cultura de la ciudad. Un potente lavado de cara.

El sector sufre un incremento de gastos de explotación frente a una caída de la productividad

Pero la problemática del taxi en la ciudad va más allá que una mera limpieza superficial. No son sólo cosméticos los dilemas con los que se enfrenta el colectivo. El acuerdo refleja que hay que «mejorar los niveles de calidad del servicio de auto-taxi», pero también señala que se trata de «un sector que ha venido sufriendo un incremento de los gastos de explotación, a la vez que su productividad ha ido disminuyendo». De ahí que se pongan medidas de «rentabilidad» a través de su organización y ordenación. Es ahí donde está el meollo del asunto y el mayor reto para la subsistencia con márgenes similares a los actuales. Algo que no es nada sencillo por la competencia creciente en este ámbito.

La competencia de los VTC

Dentro de esa rivalidad directa en los transportes públicos tiene el taxi dos frentes abiertos que lo están desangrando justo cuando necesitaba oxígeno tras los años más duros. De un lado, los llamados VTC ( vehículos de transporte con conductor ), regulados mediante normativa andaluza por la Junta de Andalucía y que hacen las veces de taxi con la condición de que se haga mediante previa concertación. Pueden pactar precios con cada cliente al carecer de un régimen de tarifas y se les llama mediante plataformas o empresas que los aglutinan. Al no estar sujetos a la restrictiva normativa de los taxis, sus ventajas con respecto a éstos son importantes y tienen cada día más aceptación.

Al otro lado de esta pelea, los taxistas no sólo están amarrados a una legislación muy exigente y anquilosada sino que sufren una carga impositiva elevadísima, tanta que hace muy complicada una ganancia significativa. Tras pagarse el autónomo, las revisiones, las tasas propias del sector, las averías, los seguros, el combustible y el resto de gastos, apenas quedan mínimos beneficios, con suerte. Y eso frente a las pujantes plataformas empresariales de VTC dibuja un panorama muy desalentador e incierto.

Este colectivo está amarrado a una legislación muy exigente frente a las pujantes plataformas de VTC

Demasiados lastres para poder volar, acentuados por todas las directrices y normativas que van surgiendo desde la Unión Europea o la Comisión del Mercado de la Competencia, siempre tendentes a una liberalización absoluta de este segmento y la eliminación de toda regulación para que, prácticamente cualquiera, pueda poner en marcha un taxi para ganarse la vida. Esa visión choca frontalmente con el tradicional proteccionismo del gremio, que en el caso de Sevilla es muy ostensible e impregna cada acción de las asociaciones que representan a los conductores.

La ley de la selva

Por otro lado, a la nueva competencia legalizada de los VTC se ha sumado en los últimos cuatro o cinco años una tremenda espiral de intrusismo , taxis ilegales que se apoyan también en internet y los nuevos medios de comunicación instantánea para captar clientes a bajo precio y destrozar así las posibilidades de hacer caja de los vehículos oficiales, que sí tributan y tienen su correspondiente licencia. En este apartado, en la capital hispalense el problema está muy vinculado a un colectivo de conductores —en una proporción importante, de procedencia suramericana— que buscan clientes de perfil relativamente joven y de menos capacidad económica, especialmente los fines de semana, a través de foros en internet, mensajes de móvil, grupos de «whatsapp» o incluso contactos personales en el entorno de discotecas y zonas de ambiente eludiendo el control de los propios taxistas y de los cuerpos policiales.

Un taxista pirata: «Tengo que ganarme la vida de alguna manera. No mato a nadie ni robo»

Cuando cae la tarde de viernes, sábados o domingo, en las calles se empieza a imponer una ley de la selva para atraer clientes que también está desgastando enormemente al taxi tradicional a pesar de contar con emisoras. Los precios a la baja que pueden usar los «piratas» terminan imponiéndose, como en tantos otros ámbitos. «Tengo que ganarme la vida de alguna manera y aquí las oportunidades son pocas —explica a este periódico Wilson, uno de estos conductores «fantasma» —. No mato a nadie ni robo, el que se sube al coche lo hace libremente y porque los precios son mucho mejores. A lo mejor el problema es que los taxistas tienen unos precios muy elevados para los chavales y apenas salen a las horas más incómodas o por los polígonos donde están estas salas de fiesta».

Ante esta última y nociva tendencia, el Ayuntamiento está rematando una iniciativa que se incorporó al convenio marco y que pretende consolidar como se fue haciendo en el autobús: un bono joven para el taxi, que incluirá importantes descuentos y servirá para que ese segmento de la población, normalmente con menos recursos económicos, pueda usar el taxi los fines de semana. Incluirá rebajas para la población entre 14 y 30 años desde la medianoche a las siete de la mañana, evitando así, además, la incidencia de la conducción bajo los efectos del alcohol.

Se están perfilando los detalles finales del bono-taxi para que en unos meses pueda ser una realidad que ayude a los taxistas a mejorar su competitividad y su bolsa. Porque el mensaje es claro para el sector y pasa por renovarse obligatoriamente tanto en la citada mejora de su imagen como en algo que la Delegación de Movilidad, liderada por el socialista Juan Carlos Cabrera, considera crucial: competir basándose en la calidad del servicio.

Al hilo de ello, se está analizando la creación de un taxi-tour, un servicio para los visitantes que oferten recorridos urbanos o interurbanos guiados y que se ejecutará «si es viable económica y jurídicamente». Y, sobre todo, un elemento novedoso en lo que se refiere a la gestión de la flota aplicando las nuevas tecnologías. Éstas van a servir de pretexto para la unificación de todo el gremio a través, por un lado, de una «aplicación móvil municipal y unificada»; y después, de «una emisora pública». Esta «modernización» supondría acabar con el vacío que sufre buena parte del sector, que está fuera de las tres emisoras telefónicas existentes. Y, por otra parte, se mimará el servicio de Eurotaxi o taxis adaptados para que mantengan su cuota.

Las obligaciones

A cambio, claro, el gremio también tiene sus obligaciones: lucha contra el intrusismo y el fraude, así como mantener una estrecha colaboración con el Instituto del Taxi para «una adecuada organización, suministrando información para que pueda organizarse el servicio en función del número de paradas, su ubicación, su demanda y horarios de prestación». Ese será otro de los grandes caballos de batalla, que las paradas no estén vacías y el reparto de coches por zonas goce de mayor coherencia.

El convenio acordado por el Instituto del Taxi y las agrupaciones mayoritarias establecen, con los conocidos planes de pagos en tres años incluidos, el mantenimiento del plan de rescate de licencias, otra de las principales demandas de los trabajadores. El Ayuntamiento coloca en negro sobre blanco su compromiso de recuperar 140 licencias de taxi para poder rebajar la «desmesurada oferta existente», según el gremio. El último censo, el que se refleja en el propio convenio, contabiliza 2.070 licencias, un número alejado de las 1.772 que son, según un estudio de 2011 que encargaron las agrupaciones de taxistas, las idóneas para atender los requerimientos de la ciudad.

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