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OCIO Y CONVIVENCIA

Los vecinos de Viapol anuncian acciones legales a causa del botellón en Sevilla

Los afectados llevan meses a la espera de que el Ayuntamiento les facilite las licencias de los bares

Jóvenes en pleno botellón en Nervión KAKO RANGEL

EDUARDO BARBA

Los meses pasan, las denuncias se acumulan pero el problema persiste. El fenómeno del botellón sigue causando estragos en varios puntos de la ciudad en los que las noches de los jueves, los viernes y los sábados se hace prácticamente imposible conciliar el descanso a causa del ruido del gentío consumiendo alcohol y de los coches con la música a todo trapo.

Más de diez años después de que se aprobara la ley antibotellón de Andalucía, el problema de estas aglomeraciones nocturnas sigue sin solucionarse en muchos puntos de la ciudad, como el entorno del edificio Viapol , la facultad de Económicas y Empresariales y el acceso a San Bernardo desde la calle Campamento, donde el vecindario lamenta que el Ayuntamiento no hace bien su trabajo «a pesar de que la norma autonómica es un instrumento eficaz, hay legislación que podría resolver todas estas molestias».

Así lo subrayan los vecinos, que apenas pueden dormir dos o tres horas cada noche cuando se producen estas concentraciones. Llegar así al trabajo es un suplicio demasiado frecuente. «No es sólo fines de semana, sino también muchos martes o miércoles, cuando se organizan fiestas universitarias, barriladas, cervezas a un euro, hora feliz... Ya no podemos más», subraya Gustavo, uno de los portavoces de la plataforma cívica.

Los jóvenes se reúnen prácticamente de martes a sábado en las calles Balbino Marrón y José Recuerda Rubio, principalmente . Se concentran a partir de las diez de la noche y hacen botellón hasta las cinco de la mañana entre semana y hasta a las siete o las ocho de la mañana los fines de semana. «No hay quien se levante al día siguiente, llego cansado al trabajo porque no puedo dormir por el ruido, que no sólo es el de la gente y los gritos sino el de la música de los coches aparcados con al radio a todo volumen. No podemos más, esto se tiene que acabar», se quejan los vecinos.

Los ciudadanos han mantenido varias reuniones con el Ayuntamiento para trasladar las quejas y analizar posibles soluciones, concretamente con los responsables del distrito, pero las palabras se quedaron en eso. « No ha habido cambio alguno . El botellón sigue produciéndose y sólo se rebaja algo cuando llega el verano y la movida juvenil se desplaza más a las zonas de terrazas y más cerca del río. Pero en cuanto vuelve a empezar el curso académico, el tormento regresa y los vecinos no pueden descansar», explica Antonio, otro de los afectados.

Botellón en la zona de Viapol JUAN FLORES

Su compañero Gustavo recalca que consultaron a abogados y éstos les recomendaron que, antes que nada, recabaran información sobre los bares de este sector de la ciudad. «Nos asiste el derecho —explica— a solicitar las licencias de los bares que creemos que son el foco de las molestias y así lo hemos hecho. Lo pedimos al Ayuntamiento el 30 de noviembre por primera vez , el 30 de noviembre nada menos, y tras decirnos que tardarían diez días en darnos la información, tras varios meses de retraso ahora nos han dicho que aún no está listo porque uno de los documentos que tenían sobre una de las licencias se ha quemado. Quemado. Precisamente la del establecimiento que está más en cuestión y que más dudas suscita.Se ha quemado. Literal».

Ante esta situación, los vecinos anunciaban ayer a este periódico que van a iniciar acciones legales para que el Ayuntamiento les dé respuesta y también soluciones a un dilema que no terminan de quitarse de encima. «Es un castigo tener que vivir así. Nos ha tocado convivir con actos vandálicos, peleas, consumo de drogas y alcohol por parte de menores, gente haciendo sus necesidades, cortes de tráfico, coches con la música a todo volumen y acumulación de basuras y vómitos por las mañanas en nuestras calles», relata otro de los vecinos de Viapol consultados.

Saturación acústica

«Viapol es una zona considerada acústicamente saturada, así está determinado ya por el Ayuntamiento, y con la música y gritos de los jóvenes en el botellón no hay forma de conciliar el sueño un sólo día », cuenta Gustavo, quien muestra su estupor porque «es un problema que se puede resolver con una simple sanción administrativa. Pero no se aplica la normativa a pesar de que exista. Hay unas normas municipales, una ordenanza... Pero no se aplica como se debe aplicar.

Luego con otras cosas sí son muy escrupulosos y si alguno de los bares que funcionan de día se pasan en diez minutos en su horario se les multa con cien o doscientos euros de inmediato. Pero con la movida nocturnas y los bares de copa no se hace. Por eso no va a quedar más remedio que emprender acciones legales y poner el asunto en manos de los juristas, como se ha hecho en otras zonas de la ciudad afectadas por este fenómeno».

Los dos millares de vecinos de esta zona de Nervión llevan años denunciando esta situación al distrito, al Defensor del Ciudadano, al Defensor del Pueblo y, por supuesto, al propio Ayuntamiento. Además, aseguran que llaman incesantemente a la Policía Local , pero que ésta se queda en una mera demostración de buena voluntad la mayor parte de las veces.

«Ya estamos cansados de todo esto. La Policía nos dice que intervendrá en cuanto pueda, cuando tenga una unidad libre, pero al final no viene casi nunca. No sabemos si se está esperando a que suceda algo más grave, porque ya ha habido enfrentamientos cuando los vecinos han llamado la atención a algunos de los jóvenes que están bebiendo».

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