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Los mosquitos prefieren a las embarazadas

Los estrógenos y el ácido láctico las convierten en el ‘menú’ favorito de estos insectos que pueden pasar de ser molestos a ser peligrosos.

redacción

Los mosquitos son una de las ‘torturas’ del verano y está claro que a estos insectos ‘les gustamos’ porque no dejan de intentar ‘mordernos’. Y el mayor problema no está en que sus picaduras son molestas, sino que dependiendo de la parte del mundo en la que estemos pueden hacernos contraer enfermedades como la malaria o el dengue, por lo que la prevención es fundamental.

Como en muchas especies, también en este caso son las hembras las que atacan debido a que necesitan las proteínas de la sangre para formar los huevos mientras que los machos se alimentan de néctar y savia. Sus horas favoritas para atacar, el amanecer y el anochecer, cuando no hace tanto calor y la luz del sol es menos directa.

«Elegir a una u otra víctima depende de muchos factores, entre ellos el olor, color de la piel, estado de salud, edad, calor corporal e incluso humedad de nuestro cuerpo. A la hora de atacar, estos insectos no lo hacen a la ligera, inspeccionan minuciosamente el terreno, vuelan alrededor de sus presas y tantean el terreno hasta que detectan la localización ideal para sus ‘mordiscos’. Lo mejor es obligarles a que desistan de su intento desde el principio con cualquier método, desde repelentes a matamoscas o aparatos de ultrasonido», informa la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).

Gusto por las embarazadas

Distintos estudios afirman que los mosquitos prefieren picar a las mujeres en general porque les atraen los estrógenos, unas hormonas que tienen su apogeo durante los embarazos. Además, un estudio publicado por la revista ‘The lancet’ en el año 2000 mostraba cómo las mujeres embarazadas atraían el doble de mosquitos que las que ya no lo estaban. Como causa los autores apuntaban a que las gestantes inhalan más dióxido de carbono y registran temperaturas más altas por lo que resultarían más fáciles de detectar.

Y es que el mayor volumen sanguíneo y el aumento de la temperatura corporal también infuyen, ya que al sudar se emite más ácido láctico, sustancia que los mosquitos son capaces de detectar a más de 30 metros de distancia.

Prevención y tratamiento

Como no hay mejor remedio que una buena prevención, lo mejor es cerrar las ventanas por la noche si nos encontramos en una zona rural o bien instalar una mosquitera, utilizar ropa de manga larga y aplicar repelente en las zonas expuestas. También se puede encender el aire acondicionado, ya que el frío los detiene.

Los niños son especialmente subceptibles a las picaduras por lo que se recomienda aplicarles repelente en cara y extremidades, evitando heridas, ojos y boca. Hay que tener precaución con los que contienen dietiltoluamida ya que puede absorberse y pasar a la sangre si se aplica en exceso.

Si no hemos pedido prevenir el ataque y los mosquitos han logrado alcanzarnos, los primeros síntomas serán enrojecimiento, hinchazón y picor. De manera poco frecuente pueden agravarse y cursar con dolores de cabeza, fiebre, desmayos, confusión, problemas para respirar y opresión en la garganta o en el pecho.

Para tratarlas, en la mayoría de los casos se puede hacer fácilmente con frío local o con cualquier agente antiinflamatorio. La aplicación tópica de amoníaco también es eficaz para aliviar las molestias. Sin embargo y cuando la reacción es muy intensa se pueden aplicar corticoides o administrar un antiinflamatorio oral. Si hay picor también se puede recurrir a un antihistamínico oral.

Tenga cuidado porque si la reacción es exagerada o las molestias son importantes lo mejor es acudir a un médico.

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