El dato no lo reflejan los informes económicos, pero la crisis también afecta a la prostitución y en su doble vertiente: en la de las chicas y en la de los clientes. Al menos en Sevilla, hay casos de españolas que han empezado a ejercer la prostitución porque con la crisis se han quedado sin trabajo. Eso al menos han asegurado a ABC varias fuentes consultadas al respecto.
En los clubes y casas de cita de Sevilla hay trabajando de nuevo españolas y a más de una se ha decidido por ejercer «el oficio más antiguo del mundo» porque en su día suscribieron una hipoteca inmobiliaria a la que debido a la crisis económica ahora no pueden hacer frente. Por contra, sobre todo en los clubes de alterne, ya hay quien se queja de que los clientes van a menos.
El perfil de las mujeres que trabajan en clubes o en casas de cita nada tiene que ver con el de las prostitutas que ejercen a diario en las calles. Entre las primeras las hay que incluso compatibilizan la prostitución «a tiempo parcial» con otro trabajo. En la calle hay más «yonquis».
En el mundo de la prostitución es particularmente complicado obtener cifras porque en el caso de la chicas, éstas son cambiadas de ciudad cada 21 días; en el caso de los clubes, no todos tiene los reclamos de luces rojas y neón y en el de las mujeres que hacen la calle, unas veces son más y otras menos las que comparten esquina. Peor es saber cuántas casas de citas hay.
Así al menos lo aseguraron en su día desde la Delegada municipal de la Mujer, desde la Federación de Mujeres Progresistas de Andalucía, cuya presidenta, Alicia Vañó, especificó que desde la institución de la que es responsable se ha intentado alguna vez saber cuántas casas de cita hay y el único método más o menos fiable ha sido llamar a los números de teléfono que aparecen en la sección de contactos de los periódicos y así comprobar si pertenecían, al menos, a la misma «empresa».
Sea por la dificultad que entraña el cuantificar o en un intento por salvaguardar la intimidad de quien ejerce la prostitución -de lo que se benefician clientes, proxenetas y propietarios de clubes o casas de alterne-, lo único que se sabe con cierta aproximación es que en España, el negocio de la prostitución ha llegado a mover, según el Ayuntamiento, 18 millones de euros al año. Unas cantidades que, según Alicia Vañó, ponen de manifiesto los intereses que existen detrás de la prostitución que, en lo que a ganancias se refiere, son ligeramente inferiores a las del tráfico de armas y equiparable al de drogas.
Pero tampoco entre las prostitutas valen las generalidades. Alicia Vañó tiene muy claro que no es lo mismo quien se prostituye «porque no hay otra salida, que quien lo hace para pagar un chalet de lujo».
María, una joven que hace años ejerció la prostitución y que ahora trabaja para la Federación de Mujeres Progresistas ayudando a chicas de clubes y casas de cita, va más allá y asegura que, para ella, una «prostituta es la que lo hace por necesidad económica y una puta quien va con varios hombres porque le gusta». Ambas mujeres casi coinciden en sus planteamientos, porque para Vaño la prostitución es fruto de la pobreza y para María, un trabajo.
No obstante, ese trabajo marca de una manera muy especial. Bien sea por la educación religiosa de cada pueblo, por el temor a que la familia o el entorno llegue a saber algún día que se es o se ha sido prostituta, o, como dice Alicia Vañó, porque el sexo es de lo que más importa a los hombres, las chicas que venden su cuerpo se ven «distintas» o «pecadoras» y, en la inmensa mayoría de los casos se endurecen sentimentalmente.
Con el fin de ayudar a las mujeres que quieren abandonar el ejercicio de la prostitución, la Federación de Mujeres Progresistas cuenta con una asociación que forman 130 personas, entre chicas que ejercen o han ejercido la prostitución, mujeres que nunca lo han hecho y hombres.
En la actualidad están desarrollando distintos proyectos entre el que se encuentra el denominado Aspasia, que les permite, con las subvenciones de la Administración, llegar a contactar con las prostitutas, sobre todo con las de las casas de citas, porque es más fácil acceder a ellas, a las que se les ofrece charlas sobre salud, formación o información sobre cómo legalizar su estancia en España, ya que la mayoría de las chicas que ejercen en la actualidad en Sevilla proceden o de América del Sur o de Europa del Este.
Problemas vecinales
Respecto a los problemas vecinales, Alicia Vañó asegura que entiende a los vecinos que sufren la prostitución en la puerta de sus casas y no cree que la solución sea la instalación de cámaras y defiende que para acabar con la prostitución habría que terminar con la pobreza.
Además, aboga por que la propia Ley de Extranjería atienda a las prostitutas y por que las distintas administraciones se impliquen.
La crisis en la profesión más antigua del mundo no se refleja en estadísticas, pero existe. En Sevilla empiezan a verse españolas que se prostituyen por razones económicas, mientras cae la demanda de trabajo
Uno de los clubes de alterne que hay en Sevilla