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Adiós a la abuela del Vacie

Adiós a la abuela del Vacie

María Díaz Cortés. Ese era su nombre. Era gitana y el pasado 4 de enero cumplió 117 años según atestiguaba la fotocopia de un carnet de identidad que conservaba su familia, lo que la hacía la mujer más longeva de España. Buena parte de esos años, en torno a cuarenta, los pasó en el asentamiento del Vacie, primero en una chabola, luego, en una vivienda prefabricada y siempre acompañada por su familia. Vivió en el Vacie y se murió, como informó ayer E.P,, a los pocos días de celebrar su último cumpleaños, a finales de enero, sin poder salir de él, sin poder disfrutar de una vivienda digna.

María, conocida como la «abuela del Vacie», había nacido en 1892 en Granada, tierra que abandonó para trabajar en el campo o como canastera, llegando a Sevilla antes de la Exposición Iberoamericana de 1929. Aquí se fue a vivir, junto a su marido, a una chabola en el barrio de Triana. Se quedó viuda y terminó viviendo con sus hijos en el asentamiento del Vacie en otra infravivienda hecha con los restos de construcciones como el resto de las que allí aún se han ido apilando que sólo dejó para trasladarse, siempre con los suyos, a unos metros más allá, a una vivienda prefabricada, algo mejor que la chabola, pero sin agua caliente ni cuarto de baño.

Cuando hace un par de años, su familia, harta de esperar que se les facilitara una vivienda digna, sacó el caso a la luz pública, el Ayuntamiento se movilizó. Primero ofreció a María el traslado inmediato a una residencia, una opción que su familia rechazó de forma tajante, porque no querían alejarse de ella. Luego, Otainsa -Oficina Técnica de Asistencia al Inquilino en Situación de Abuso- le ofreció una vivienda en San Bernardo, con tres dormitorios y dos cuartos de baño, que la familia rechazó por «motivos personales». La cesión de la vivienda era provisional y condicionada a la situación de María, que finalmente ha muerto sin poder cumplir el deseo expresado de su familia de poder vivir sus últimos días en mejores condiciones.

El patriarca del Vacie, Angel Montoya, explicó a E.P. que el fallecimiento se produjo a finales de enero y que éste no tuvo repercusión «porque la familia no lo quiso». De hecho, el entierro se produjo «en la más estricta intimidad». Montoya subrayó que la «abuela» del Vacie, que a los 111 años sufrió una trombosis que le obligaba a permanecer en la cama, siempre cuidada por sus familiares, murió «desilusionada y desconfiada de la política».

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