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Martín Fernández de Enciso: Cartógrafo del Nuevo Mundo

Martín Fernández de Enciso: Cartógrafo del Nuevo Mundo

IGNACIO FERNÁNDEZ VIAL- GUADALUPE FERNÁNDEZ MORENTE

En 1509, Martínez de Enciso se hallaba en Santo Domingo con un patrimonio que en la época ya se consideraba una pequeña fortuna, 2.000 castellanos. Sus meritos y su alto poder adquisitivo, mueven a Alonso de Ojeda, marino que prepara una nueva expedición para salir a la provincia de Urabá en Colombia de la que había sido nombrado gobernador, a pedir a Enciso que le ayude a llevar adelante la empresa con sus "industria y dineros", prometiéndole que le haría alcalde mayor de la nueva gobernación. Enciso no duda en sumarse a la aventura, por lo que adquiere una carabela en la que embarca las provisiones y las armas necesarias para la incursión.

Pero los aborígenes de las tierras a tomar, Urabá, no ponen la tarea fácil a Ojeda. Tanto a su llegada como durante su campaña de conquista, lo naturales no cesan con saña de arremeter contra ellos. La tensión a la que estaban sometidos los españoles llega a ser insostenible, por lo que Ojeda decide embarcar en dos bergantines buscando destinos más amables. La primera de estas embarcaciones acaba yéndose a pique nada más salir a la mar, la segunda, mandada por Francisco Pizarro, se refugia en el puerto de Cartagena. Martínez de Enciso, que desde La Española se había dirigido a este lugar al mando de una carabela y un bergantín que llevaban hombres de refresco, bastimentos, caballos y armas. Oculto en un barril viajaba como polizón un hombre que acosado por sus acreedores tenía que desaparecer de La Española, este personaje era el soldado extremeño Vasco Núñez de Balboa, el descubridor del océano Pacífico. Enciso anima a los soldados que permanecen ociosos en Cartagena a regresar a Urabá; les dice que un soldado español no podía ceder tan fácilmente ante la presión de una horda de indígenas. Resueltos a dejar claro quienes eran los más fuertes, los españoles regresan a aquellas costa, para de nuevo sufrir el acoso armado de los indios. En uno de los duros enfrentamientos, sufren la pérdida de uno de los bergantines, precisamente aquel que transportaba los bastimentos, por lo que suman el hambre a sus padecimientos.

Inducidos por Balboa, que ya comienza a hacer valer sus dotes de mando, cambian de objetivo y se dirigen al istmo del Darién, tierras más fértiles y menos peligrosas. Una vez allí, Enciso y sus hombres faenan sin descanso en el levantamiento de la primera ciudad española que se erige en la actual Panamá, villa a la que le dan el nombre de Santa María de la Antigua, en honor a la Virgen del mismo nombre que se venera en la Catedral de Sevilla y que fue la primera en entronizarse en el Nuevo Mundo. Su estancia en esta plaza no tiene un final feliz, ya que Enciso se ve envuelto en las rencillas que se provocan entre los españoles, que buscan posicionarse en las nuevas tierras. Balboa, que se había hecho dueño del poder, lo hace preso al mismo tiempo que le confisca todos sus bienes, pero al poco tiempo, presionado por los seguidores de Enciso acaba concediéndole a nuestro cartógrafo la libertad pero después de haberle obligado a embarcar en el primer navío que partiera hacia Castilla.

En 1513 Enciso regresa a España, para presentar, nada mas pisar tierra, sus quejas contra Balboa. Oído por los oficiales de la Casa de la Contratación, estos le consideran agraviado sin causa, por lo que le solicitan al monarca que le conceda su favor. Limpio de sospechas, Enciso se embarca de nuevo hacia las Indias acompañando a Pedrarias Dávila que se dirige a Castilla del Oro - Venezuela y Colombia-. No se vuelve a saber nada de sus andanzas desde entonces, hasta que en 1519 dio a luz la obra impresa en Sevilla, intitulada Suma de Geografía que trata largamente del arte del marear, juntamente con la Esphera, con el Regimiento del Sol y del Norte. Dedica el autor su trabajo al emperador Carlos V, indicando que la finalidad de su escrito era servir de instrucción y provecho a los pilotos y marineros que salieran a descubrir nuevas tierras. En la parte geográfica de su obra figuran las costas que se van conociendo, detallando su posición por derrotas y alturas, nombrando sus cabos y fijando su situación para facilitar a los mareantes el reconocimiento de las tierras que fueran a buscar por la mar. Forma como resultado de los puntos que sitúa unas de las primeras cartas geográficas que se conocen del Nuevo Mundo.

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