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Los exvotos, memoria histórica de los milagros de la Virgen

OCÍO RUZ Manuel Galán posa, con su libro «Exvotos», el día de la presentación

El «cajón» blanco de Umbrete cumple este año un siglo de existencia, pero no es la única efeméride que tiene esta hermandad. También un milagro ocurrido hace, ahora, 50 años.

En 1960, cuando la Hermandad de Umbrete se encontraba en la parada de Palacio del Rey, una mujer de nombre Pilar Acebedo García, que estaba embarazada, intentaba poner su carreta lo más cerca posible del Simpecado. El palo llamado «mozo» se partió en la maniobra. Ella cayó de boca y, encima, todos los bultos de la carreta. Todo parecía indicar que morirían ambos: tanto ella como la criatura, Pero la Virgen del Rocío la salvó y, de ese prodigio, nació Milagros del Rocío, que ayer mismo estaba en la aldea con su hermandad de Umbrete.

Éste es uno de los múltiples milagros que quedaron inmortalizados en forma de ofrendas pictóricas populares a la Virgen del Rocío, en agradecimiento por su favor recibido, y que llevan el nombre de «exvotos».

Manuel Galán Cruz, un almonteño licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla, y que está realizando su tesis doctoral sobre «Los santuarios de Nuestra Señora del Rocío. Análisis histórico-artístico», además de una gran cantidad de artículos publicados e intervenciones en congresos marianos, ha realizado un libro que recopila 71 exvotos catalogados que tiene la Hermandad Matriz de Almonte y que durante los meses de abril y mayo permanecen expuestos.

«El libro surgió a raíz de la exposición de los cuadros de la casa hermandad y, en principio, iba a ser sólo un catálogo de la misma, pero vi que era una lástima hacer un trabajo inconcluso, por lo que decidí ampliarlo», cuenta Manuel Galán.

Los exvotos de la Virgen se cuentan por cientos, ya que «no son sólo ofrendas pictóricas». Las joyas de la Virgen, los corazones de metal que lleva prendidos en su saya cuando se viste de Pastora e incluso las velas en agradecimiento a un favor realizado están considerados como tal. De hecho, la portada del libro recrea la palabra «exvotos» en forma de cera.

Tanto es así, «que hasta el Rocío Chico -cuando se conmemora el milagro que hizo la Virgen al pueblo de Almonte por la retirada de las tropas francesas- es un exvoto». Pero Galán quiso que la hermandad tuviera un catálogo documentado de estas expresiones populares de fe en forma de pintura. El trabajo no era fácil, puesto que muchos se han perdido y otros no se pueden documental ni en año ni en autor.

«El cuarto de los milagros»

Galán cuenta que estaban guardados en una dependencia actual que, en su origen, se le denominaba como «el cuarto de los milagros» del santuario antiguo. «Allí estaban colgados, además de estos cuadros, piernas ortopédicas, muletas, trenzas... un material que podía dañar la sensibilidad de la gente y que hoy está en paradero desconocido». «Una vez que se decide hacer el nuevo santuario, se retiran y lo guarda la hermandad hasta hace unos años, ya que hasta entonces no tenía casa propia», señala. Esta falta de control del patrimonio tan característica hace algunos años en las hermandades, conllevó a que «los mismos donantes o diversas personas se llevaran algunas obras, y por eso yo he catalogado 71 en el libro». Hasta en Munich existe un exvoto de la Virgen del Rocío en un museo, prueba de la dispersión del patrimonio.

Un libro que no tiene «ni orden cronológico ni estilístico, porque lo que quise rememorar era el «horror vacui» que se vivía en la «sala de los milagros»». En él se pueden encontrar pinturas, algunas -las menos- de cierta calidad (como el exvoto del torero Rafael «El Gallo» o el de Fernando de Orleans), y otras de no tanta. Y es que la grandeza de los exvotos no está en su calidad artística, sino en lo que representan y que se rememora en las leyendas que aparecen bajo los mismos.

El «modus operandi» era, probablemente, y según indica Galán, que «hubiera pintores que fueran de romería en romería pintando los cuadritos de los milagros, previa petición de los donantes». Esto se aprecia porque hay algunos que tienen elementos similares (cortinaje, las camas, la posición de la Virgen e, incluso, la cercanía temporal entre ellos). En otros casos, eran vecinos o familiares del agraciado, que tenían cierto conocimiento de pintura, quienes representaban cómo ocurrió cada milagro.

Exvotos no sólo los tiene la Virgen del Rocío. Muchas otras advocaciones disponen de colecciones pictóricas sobre los milagros, por lo que no se puede saber cuál de ellos fue el pionero. Sí se sabe que la última pintura que recibe la Virgen es de los años 70, en un cuadro en el que se aprecia a la Virgen vestida de Pastora».

«A raíz del libro -cuenta Galán-, mucha gente me ha ido preguntando sobre otros exvotos o milagros que han habido, por lo que la lista, seguro, es mucho más amplia, aunque no sabemos dónde están». Quien desconozca el guión de algunos de los múltiples milagros de la Blanca Paloma, puede descubrir cada uno de estos secretos con este libro que, a beneficio de la Hermandad Matriz, puede adquirirse en sus despachos oficiales.

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