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El Betis es la pera

Este Oliver viene a darnos tardes de gloria, como aquel Lopera que llegó con unos cuantos avales en el bolsillo

Día 08/07/2010 - 07.03h
El Betis ha evolucionado para no dejar por embustero a Darwin: de Lopera, a la pera. Lo ha dicho el nuevo ¿dueño?, ¿socio mayoritario?, ¿comprador? «El Betis es la pera, macho». Luis Oliver es una interrogación andante y sonante. Nadie sabe quién está detrás de los caracolillos que se rizan en su nuca al más puro estilo Mario Conde o «pijojerezano», a elegir. En la rueda de prensa que ofició ayer consiguió algo que parecía inalcanzable para el común de los mortales: superar el surrealismo loperiano.
En este punto y hora el articulista confiesa que se quedó enganchado a la transmisión que nos ofrecieron los compañeros de Giralda TV. Ni el añorado Rafael Azcona podría haberle escrito un guión así a Luis García Berlanga. Es metafísicamente imposible que del magín de un escritor salga un personaje como el tío del megáfono que estaba fuera de la sala de prensa pero cuyos comentarios se escuchaban nítidamente. El mismo Oliver entraba en diálogo con el tío del megáfono, que escuchaba la rueda de prensa por la radio y estaba al tanto de todo. Un tío que se erigió en el portavoz del beticismo irredento. Y más pesado que una vuvuzela, deslenguado y faltón.
La imagen que se ofrecía era el reflejo de esta Sevilla friki que ha rebasado ampliamente los límites del kitsch. Todo es tan ridículo que al final desembocamos, como en el artículo de ayer, en dos versos de Borges. El escritor argentino se los dedicó a Buenos Aires en el remate de un soneto memorable: «No nos une el amor, sino el espanto. / Será por eso que la quiero tanto». La Sevilla de ayer causaba ese espanto que pide la válvula de escape de la risa. En caso contrario no habría más remedio que coger el primer vuelo con billete de ida sin retorno.
Este Oliver va a darnos tardes de gloria, como aquel Lopera que llegó con unos cuantos avales en el bolsillo para convertirse en el poderoso Donmanué, salvador del Real Betis Balompié. Los diálogos de Oliver con el tío del megáfono deberían publicarse. Ni André Breton, padre del surrealismo, podía imaginar que con el tiempo su movimiento artístico alcanzaría estas cotas. Y todo esto sucede en una ciudad cuyos barómetros económicos están en el punto inverso de los termómetros que marcan las calores que padecemos. No sabemos de qué vamos a vivir en el futuro, pero eso no le preocupa al personal. Mientras haya un Oliver que suceda a Donmanué, los políticos pueden dormir tranquilos. La polémica está servida. La Sevilla friki tiene carnaza para morder el anzuelo, que es de lo que se trata.
Todo es tan triste que no hay más remedio que reírse a carcajadas, como hacía Quevedo: no confundir con el marido de Cristina Tárrega que jugó en el Sevilla y en el Cádiz. Lopera se va con una pena, penita, pena. Lola Flores versionada por el Ditero del Fontanal. Y llega Oliver, el que fuera presidente del Xerez. Anda, jaleo, jaleo, ya se acabó el loperismo y ahora empieza el tiroteo… Oliver sin Benji sabe mucho de eso. ¿Qué ha hecho el Betis para merecer esto? Tal vez la respuesta esté en el tío del megáfono, más pesado que una vuvuzela. O en el viento, como cantaba Bob Dylan. Mejor Peret: es preferible reír que llorar.
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