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«Pepi, Luci, Bom y otras chicas...»

FEDERICO MARÍN BELLÓN

LAS MEJORES PELÍCULAS MALAS (III)

Es una comedia y es divertida, dos circunstancias que confluyen mucho menos a menudo de lo que sugiere la lógica. «Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón» anticipa además el enorme talento de su autor, inaugura un universo que en ningún caso es para lelos y aúna un reparto femenino de grandes damas de la interpretación, aunque en esta ocasión no se comporten como tales. Hasta aquí el turno de la defensa.

La ópera prima de Almodóvar es, por otra parte, una chapuza formal que abusa del mal gusto undergroundy está rodada con una técnica narrativa y fílmica que hoy sonrojaría a un estudiante de Primaria. La estructura narrativa no es superior. El afán del autor por incluir sus obsesiones, como si no le fueran a dar una segunda oportunidad —habría sido hasta comprensible, además de una tragedia—, lastra la historia tanto como algunas de sus provocaciones. Entre la cutrez y el desparpajo, incluye escenas de una sordidez todavía no superadas por la ficción española, aunque sí por la mal «llamada vida real», que decía César Santos Fontenla. En el ABC de la época, como es natural, recibió una crítica demoledora, no exenta de reconocimiento a su vocación de éxito comercial. Almodóvar, en suma, no pareció preocuparse mucho por la pulcritud de lo que filmaba recién salido de Telefónica. La suya era una especie de escritura automática trasladada al nuevo lenguaje.

Billy Wilder solía bromear con sus operadores de cámara: «Enfoca mal esta escena, que quiero ganar el Oscar a la mejor película extranjera». Décadas después de su debut, el cine de Pedro Almodóvar es reconocido universalmente y valorado de forma reiterada por la Academia de Hollywood. Al contrario de lo ocurrido con creadores como Truffaut, Welles o incluso Spielberg y Shyamalan, que se desvirgaron con títulos deslumbrantes, el estreno de Almodóvar se parece más al de Álex de la Iglesia, otro director excelente que aprendió a rodar sobre la marcha y que irrumpió con una película tan divertida

como mal alicatada, «Acción mutante». Álex y Pedro son dos cineastas con más talento que formación que lograron hacerse a sí mismos y triunfar en una industria casi nula. Incluso «Ópera prima», de Fernando Trueba, estaba algo más pulida, no digamos «Tesis», de Amenábar. Pero dejemos de ser odiosos por un minuto.

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