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Flamenco en el Caribe

El bailaor jerezano Antonio «El Pipa» ha montado una versión de «El amor brujo» para el Ballet Nacional de Cuba, que dirige Alicia Alonso

Día 23/08/2010 - 14.36h
«El Pipa», gitano, nació en la Bulería. Nieto de una saga flamenca que encabeza su abuela, Tía Juana la del Pipa, bailaora de raigambre. Jerez es su cuna. Antonio El Pipa está aún viviendo un sueño, algo que nunca pensó le podía ocurrir. El Pipa acaba de terminar la coreografía de la obra de Manuel de Falla «El amor brujo» para el Ballet Nacional de Cuba.
La historia comenzó el pasado año. Antonio «El Pipa» estaba en la Habana realizando un taller de flamenco con ochenta y nueve bailarines, la mayoría de ellos del Ballet Español de Cuba, entre otros. «Mi trabajo despertó curiosidad en los medios balletísticos, algo que llegó a los oídos de la directora del ballet, Alicia Alonso. Al regresar a Madrid me invitaron a la casa de Alicia Alonso. Cuando entré y la ví, me arrodillé ante ella cogiendo sus manos, porque era consciente de que acariciaba 90 años de historia de la danza. Ella me preguntó: “¿qué es lo que ha hecho en mi país que ha enamorado a sus chicos?”. Sonrió y así, sin más, me dijo: quiero que usted sea el próximo coreógrafo invitado del Ballet Nacional de Cuba para montar “El amor brujo”. Como sabrá, antes pasó un coreógrafo español que nosotros queríamos mucho, Antonio Gades».
Y ahí empezó el sueño para el bailaor jerezano, que nunca pensó dirigir un ballet como el cubano, pero no lo dudó. Dijo que sí en el primer momento. «Fue una conmoción para mí. Esa misma noche me invitó a ver el estreno de “Giselle” de su compañía. Viéndola me hundí en la butaca cuando contemplé al toro me enfrentaba».
El pasado febrero, El Pipa inició en la Habana el montaje con los bailarines. «Llegué a la Habana sin haber estudiado clásico. Yo creo que es imposible que un bailaor se convierta en bailarín, y al contrario, y tenía claro algo: no iba a convertir al Ballet Nacional de Cuba en un ballet flamenco, ni a Antonio «El Pipa» en un bailarín clásico. He montado una coreografía para zapatillas y puntas, porque lo que tuve claro desde el principio es que los únicos zapatos iban a ser los míos».
Cuando comenzaron los ensayos el coreógrafo contó con dos maestros repetidores del Ballet de Cuba que traducían sus lenguaje de gestos no reglados, al clásico. «Me presenté ante la compañía como bailaor, no como bailarín, y les dije que lo único que les pedía es que me dijeran si estaban cómodos, que no me obedecieran sólo porque era el coreógrafo, sino porque estuvieran sitiendo lo que yo creaba».
Pero Alicia Alonso aún no había aparecido por el montaje. La gran dama de la danza cubana, pese a su edad —cumplirá los noventa en breve—, acude todos los días a su despacho. «Yo estaba en mi estudio trabajando y me dijeron que la maestra quería ver el ensayo. Me entró de todo. Después de los nervios oportunos, vi aparecer por una escalera una comitiva de personas, entre ellas a Alicia Alonso, y por detrás dos personas que llevaban un sofá que plantaron en el centro del estudio. Se sentó y sus asistentes le contaron lo que estaba pasando en escena, le relataron la coreografía. Luego me enteré de que hacía años que la maestra no subía a un ensayo. Los bailarines fueron geniales, hicieron por primera vez la obra de arriba abajo, sin parar. Y cuando terminamos me fui a agradecerle su presencia y me dijo: “usted me ha sorprendido una vez más. Ha hecho usted un gran trabajo. Enhorabuena”».
El montaje se ha llevado a cabo en varias etapas tanto en La Habana como en París y, posteriormente, el pasado junio nuevamente en Cuba. La coreografía se terminará de perfilar a partir del próximo 15 de octubre porque el estreno se llevará a cabo el 1 de noviembre en el Festival Internacional de Ballet de La Habana, con la Sinfónica de La Habana en el foso.
Para Antonio El Pipa este momento es histórico y ha cambiado su vida porque le ha abierto el camino de coreografiar para otras compañías no flamencas; «como dicen en Jerez, si no pruebas el jamón no sabes el sabor que tiene, y yo acabo de comer jamón en Cuba». No tiene miedo al qué dirán los flamencos y los gitanos. «Yo creo que los gitanos sólo dirán: “¡ole ese gitano!” No creo que haya nada más puro que coreografíar “El amor brujo” para el Ballet Nacional de Cuba», sentencia El Pipa. El bailaor interpretará su papel de «Sanamor» en «El amor brujo» en la próxima gira que la compañía realizará por Estados Unidos en 2011. «La maestra dice que el Ballet tendrá esta obra en repertorio. Eso es un sueño para mí», afirma el bailaor, quien prepara en estos momentos su próxima presentación en la Bienal de Flamenco de Sevilla para septiembre próximo.

«He tenido que explicarles lo que es ser gitano»

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