LUCERNA (SUIZA)
El Festival de Lucerna ha diseñado su imagen de marca a través de la música sinfónica y de algunos de los mejores intérpretes del mundo. El hecho de que Abbado sea uno de ellos y que su Lucerne Festival Orchestra se presente como un pilar fundamental ahonda en la idea. Pero hay algunas otras referencias, desde las Filarmónicas de Viena y Berlín, la de Cleveland, San Francisco, Concertgebouw de Amsterdam, London Philharmonia o la Gewandhaus de Leipzig. Y a su lado Chaillly, Dudamel, Harnoncourt, Jansons, Rattle, Salonen o Tilson Thomas, además de solistas como Pollini, Mutter o Zimmermann. También hay que recordar a la Mahler Chamber Orchestra, que al lado de su principal director, Daniel Harding acaba de interpretar «Elías», oratorio de Mendelssohn que ha tenido a su favor la contundente y profunda presencia de Thomas Quasthof. Ha sido, desde luego, lo más destacable de una versión que Harding logró encauzar en la segunda parte desde el sonido orquestal sin vibrato y la templada plantilla del Coro de la Radio de Suecia, con participación de la soprano Julia Kleiter, Bernarda Fink y el tenor Michael Schade.
Pero en Lucerna el menú principal se presenta junto a otras variedades dignas de observarse. Destacan sobre todas las relacionadas con la música contemporánea, cuya aceptación popular es uno de los orgullos de este evento, según explicaba estos días su director, Michael Haefliger. El punto de partida es la Lucerne Festival Academy que dirige Pierre Boulez y que compagina los conciertos con el análisis de obras y las clases magistrales. De otro lado todo converge en el suizo Dieter Ammann, que en esta edición se coloca como «compositor en residencia». En paralelo los intérpretes se miran en la pianista Hélène Grimaud, cuya presencia como «artista estrella» le lleva a participar en recital, conciertos sinfónicos y algunos otros de cámara, entre ellos el ofrecido junto a algunos miembros de la Lucerne Festival Orchestra, lo que ha permitido escuchar al formidable y joven violinista Rafael Christ.
Todo ello está sucediendo en coincidencia con la actuación de jóvenes artistas que rememoran las primeras actuaciones que en otros tiempos dieron Du Pré (1965) o Mutter (1976), y el no menos vibrante «Festival en la calle», que desde hoy hasta el 29 de este mes se sitúa en diversos lugares de la vieja de Lucerna con música popular interpretada por grupos procedentes de distintos países, incluyendo España. La primera actuación de todos ellos tendrá lugar delante del KKL, el gran e inteligente centro de cultura y congresos construido por Jean Nouvel y en el que se encuentra el auditorio principal del festival. Su construcción terminada en el año 2000 ha sido fundamental para el actual desarrollo de la programación y, sin duda, para una ciudad que lo ha convertido en un icono. Se debate ahora en Lucerna sobre la construcción y ubicación de una sala modulable que permita integrar espectáculos escénicos que se añadan a las actividades del festival de verano, el de piano que se celebra en noviembre y el de Pascua en abril.
Música de calidad
Todo reunido es una buena cantidad de música de calidad para una ciudad de tan sólo 75.000 habitantes y que une a su interés por el presente y la actualidad una vieja y legendaria historia digna de ser conocida y paseada. Por alguna razón, Wagner fijó aquí su residencia durante seis años, completó «Tristán» y de, paso, insistió en su vieja afición por los paseos de alta montaña. Una exposición en su casa recoge datos sobre las rutas y el curioso y parco material del que se servía para los ascensos a las cumbres. Tenía valor don Ricardo. Hay que verlo para creerlo.
